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Escrito por Katie Forbess, presidenta de la Junta Directiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Arkansas
“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.” 2 Corintios 3:16 (RVR1960)
Cuando Jesús vino al mundo cambió todo por completo con una visión mundial que no tenía nada que ver con una perspectiva humana sino más bien vio las cosas según el criterio de Dios, Su padre. Y Dios el Padre vio las cosas por medio de Su Hijo Jesucristo. Anteriormente, el protocolo correcto era dirigirse a los sacerdotes para toda comunicación y ellos se encargaban de todo. ¿Pedir perdón?, se iba al sacerdote. ¿Dar gracias?, al sacerdote. ¿Problemas en el matrimonio?, al sacerdote también. Jesús cambió el protocolo para comunicarse con Dios.
Aún antes de rasgar el velo en Mateo 27:51, Jesús reformuló quién merece la presencia, el amor y la atención de Dios. Jesús hizo lucir a los que el mundo había categorizado como personas inútiles y olvidados por Dios, particularmente cuando ellos mismos entendieron lo que Jesús hacía mucho antes de los demás.
Juan 14:6 - “Nadie viene al Padre sino por mí.” (RVR1960)
Creo que se puede observar este cambio drástico en Lucas 17, cuando el leproso volvió para agradecerle al Señor. Jesús les había pedido presentarse ante los sacerdotes y mientras iban en camino, se sanaron. El que volvió se dio cuenta de que el poder vino de Jesús mismo y que Dios sería glorificado una vez que había vuelto para darle las gracias y adorarle, y no por ir a los sacerdotes. Posiblemente alguien piense que, como samaritano, él no podía entrar al templo de todas maneras, pero los samaritanos tenían su propio templo y sus propios sacerdotes. En realidad, ellos también intentaban adorarle a Dios de la mejor manera que podían.
Este hombre es un ejemplo de cómo dar las gracias, y Jesús dice que, al dar gracias, damos la gloria a Dios. Él volvió, dio gracias a Dios en voz alta, se postró a Sus pies y Jesús sanó su espíritu. ¡Me parece un ejemplo muy hermoso de comunicación!
En mi vida he batallado con muchas cosas. Durante uno de los momentos más difíciles y lidiando con un espíritu de mucho enojo, oré en voz alta muchas veces y pedí a otros para que oraran por mí, incluso a mis propios hijos. Mi comunicación estaba totalmente alterada y mi corazón necesitaba un ajuste para poder hablar y responder con amor en vez de enojo. Dios contestó nuestras oraciones, pero no de inmediato. Requirió un autoanálisis profundo de mi ser y la sanación que sólo ofrece Jesús. El resultado es un corazón que puede lidiar con el enojo de los demás e interpretar lo qué pasa en esta vida desde una perspectiva más espiritual. Trabajé durante dos años con preadolescentes y adolescentes en la escuela, y algunos de ellos eran personas muy enojadas. Por medio de mi propia experiencia, yo pude discernir las heridas escondidas en el enojo y la inseguridad disfrazada como falta de respeto. Dios redefinió aquellas clases de comunicación en mi vida para que yo pudiera reconocer las mismas formas de comunicación en las vidas de los demás.
¿Estás batallando hoy para poder comunicarte con alguien? ¿Le has pedido a Dios que te ayude? ¿Te has acercado a Dios dándole gracias por las maneras en las cuales ya te ha sanado para permitirle
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Escrito por Sabrina Nino de Campos, líder del equipo portugués del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Texas
¿Qué es lo que define tu manera de hablar?
Yo no soy una persona muy extrovertida, a veces me cuesta decir lo que siento o pienso por miedo de causar problemas. Pero, como todo ser humano, a veces también puedo decir cosas sin pensar por estar tan perdida en el momento.
La comunicación es un regalo precioso de Dios, en lo cual me he dado cuenta que necesito trabajar mucho para mejorar. Desde que era niña siempre me gustó aconsejar a gente, escucharles y decir cosas para que se sientan mejor, y creo que cuando era niña podía escaparme con muchas de las cosas que decía por el simple hecho de que los problemas de mis amigos y amigas no eran tan serios, así que era muy fácil salir como la amiga sabia, especialmente porque yo realmente no tenía problemas reales en mi propia vida.
Con el pasar de los años, me di cuenta de que ya no era tan fácil aconsejar a gente o decir las palabras correctas, y que muchas veces, por más que entienda lo que está ocurriendo, me quedo sin palabras delante de las situaciones que encuentro, especialmente trabajando en la iglesia.
Dios nos regala Su Palabra, con muchos ejemplos de cómo Él mismo se comunica con nosotros.
Te pregunto otra vez, ¿Qué es lo que define tu manera de hablar?
Porque muchas veces nuestra manera de hablar es tan diferente de la manera en la cual Él nos habla a nosotros.
Uno de los versículos que a mi mamá más le gustaba repetir vez tras vez es el que dice: “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mt. 12:34, 15:18; Lc. 6:45). Y este es el versículo que me trae de vuelta a reflexionar sobre mi corazón muchas veces cuando siento que quiero comunicarme con alguien y ayudarle y siento que no puedo, o cuando muchas veces hablo sin pensar y llego a lastimar a alguien con mis palabras.
¿Con qué has llenado a tu corazón?
Es una pregunta muy sencilla, a la cual todas tenemos la respuesta, aunque muchas veces no queramos aceptar a la respuesta.
La mujer samaritana conocía la respuesta, una mujer rechazada por sus vecinos, todas sus relaciones estaban rotas, ella se escondía de todos. Entonces Jesús viene y le da Agua Viva y ella declara Sus hechos por toda la ciudad y sus vecinos le creen.
Cuando siento que mi corazón está lejos de Yahvé y de Su amor, siento que mi corazón está vacío y eso transforma a las palabras que salen de mi boca; transforma mis relaciones. En momentos así, es difícil ir a Él, porque la distancia que he puesto entre nosotros se intensifica mientras más tiempo paso sin buscarle. Pero Sus oídos están listos para escucharme y Sus brazos abiertos para recibirme. Y cuando finalmente le busco, mi corazón se renueva, y Él llena todo el espacio vacío. Él quiere regalarme Agua Viva, esa que me llena de Él y transforma mis relaciones con todos a mi alrededor, redefine las palabras de mi boca, redefine la manera en la que me comunico, la manera en la que hablo y guía todas mis conversaciones. No importa de lo que esté hablando, mientras mi corazón abunde de Él.
¿Cuáles son algunas acciones que podés tomar hoy para redefinir tu comunicación, palabras o conversaciones?