Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Es curioso ver cómo Dios puede usar a CUALQUIER persona para bendecirnos y cumplir Su voluntad. Es más, creo que Dios se deleita en exponer toda Su creatividad al momento de ensamblar todas las piezas del rompecabezas de nuestras vidas. Él propicia encuentros, retarda encuentros, evita caídas, permite caídas… en fin, como todo artista, se inspira y se asegura de que la obra maestra sea única y especial. Dios se deleita en el proceso, no tiene prisa.
Hace casi 5 años, cuando mi familia y yo acabábamos de mudarnos de Venezuela a Colombia, Dios nos puso en el camino a varias personas clave que a pesar de que no profesaban nuestra misma fe, o al menos no de la misma manera, fueron esa Rahab que nos protegieron y nos “salvaron” la vida, por así decirlo. Esas personas, se preocuparon por nosotros, nos regalaron cosas indispensables como colchones, utensilios de cocina, sábanas, abrigos, comida, entre otras cosas para comenzar nuestra nueva vida en Colombia.
Al leer la historia de Rahab, la primera pregunta que me surge es la siguiente: ¿Por qué los espías entrarían precisamente a la casa de una prostituta? Es decir, a la casa de alguien que aparentemente no tenía la misma fe de ellos.
¿Habría sido mandato explícito de Dios? ¿O habrá sido simple casualidad? No lo sé. Quizás los espías no sabían en casa de quién se metieron para esconderse, pero estoy segura de que Dios sí lo sabía.
Este es uno de esos encuentros fortuitos que Dios permite para que grandes propósitos se lleven a cabo. Los espías encontraron en Rahab una mujer que conocía a Jehová, y Rahab encontró en los espías una confirmación del Dios del que ya había venido escuchando. Este encuentro le permitió afirmar: “…Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Josué 2:11b RV1960).
Me pregunto, ¿Qué hubiese sido de la vida de los espías si no se hubieran encontrado a Rahab? Quizás el rey los hubiera atrapado.
¿Qué hubiese sido de la vida espiritual de Rahab sino se hubiese encontrado con los espías? Quizás no hubiera tenido la oportunidad de ser redimida.
¿Qué hubiese sido de mi familia si no hubiéramos encontrado a esas personas especiales que nos ayudaron en nuestros inicios como inmigrantes? Quizás nos hubiese costado mucho más hacer vida en este país.
No desmeritemos los encuentros fortuitos que tenemos a lo largo de nuestra vida, no sabemos si es un ángel enviado por Dios para bendecirnos.
Querida hermana, hoy quiero que recuerdes que nuestras vidas son una hermosa sinfonía de Dios, compuesta de diferentes ritmos y melodías que evitan la monotonía y el aburrimiento; y fomentan la dependencia y la devoción a Dios. Disfrutemos plenamente esta experiencia que se llama VIDA, con todo el tipo de encuentros que pudiera traer.
#HermanaRosadeHierro #DIOStorias #redimida #encuentrosfortuitos #provisiondeDios #escritorainvitada #blog
- Detalles
Escrito por Nilaurys Garcia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Canadá
Desde hace mucho tiempo he tenido la facilidad de imitar muy bien otros acentos y no me refiero a burlarme de ellos o hacerlo para contar un chiste, sino a adoptar la manera de hablar de alguien después de pasar tiempo en ese sitio o con ellos. Aunque era algo inconsciente, cuando volvía de visitar a mis familiares que vivían en otras ciudades escuchaba comentarios como “se fue dos semanas y ya se cree de allá” o “no tienes identidad”. Si a eso le sumamos el aprender un nuevo idioma y luego mudarse de ciudad y más adelante de país, la situación es aún más interesante.
Cuando llegué a Chile, el adoptar el acento chileno no fue una decisión sino un mecanismo de defensa. Somos varias las personas en Latinoamérica que decidimos migrar a otro país en busca de mejores oportunidades. La palabra extranjera, puede aplicarse en varios contextos y uno de ellos puede ser el de alguien que no pertenece al lugar donde se encuentra. Fue esta la manera en la que me sentí al mudarme a ese nuevo país, en donde casi todo era diferente, en donde no encajaba porque no conocía su comida, cultura, dichos ni tradiciones; un país que sentía frío porque tenía cuatro estaciones y que simplemente no era casa.
En ocasiones me preguntaba si eso fue lo que sintió el pueblo de Israel en cada una de las mudanzas que tuvo que hacer como nación, cada vez que debían dirigirse a un nuevo sitio y añoraban sentirse en casa. Pero puedo decir que mi historia no se quedó en ese momento de tristeza y añoranza, pues a falta de mi familia de sangre, conocí a una maravillosa familia espiritual. Un padre y una madre que me abrieron su corazón y las puertas de su casa, tíos y primos con los que conversaba y compartía, hermanas que me quitaban la ropa prestada como si fuera de ellas, pero que en momentos de nostalgia sus abrazos siempre estaban presentes, fue así como a través del amor también me fui sintiendo parte de este nuevo lugar y también adquiriendo ciertas costumbres que eran propias de esta nación.
No podía faltar hacer sobremesa después de almorzar o un buen asado, sólo porque nos provocaba reunirnos. En este momento no era sólo el acento lo que me hacía pasar desapercibida sino el entender cómo era su dinámica, llegué al punto en el que fácilmente podía pasar como chilena y a menos que alguien conociera mi historia, jamás pensarían que había nacido y crecido en Venezuela. Sin embargo, esto no era suficiente para sentir que pertenecía y algunos años después entiendo la razón, simplemente estaba buscando en el lugar incorrecto. Buscaba en las personas, en la iglesia y en mi alrededor, algo que sólo Dios puede dar, una identidad.
El himno “El mundo no es mi hogar” siempre se sintió como mi lema, estoy aquí pero no soy de aquí. Esta sensación de no pertenecer me llevó directo a los brazos de Aquel quien lo es TODO, de Aquel que me dio un nombre nuevo y no le importaba de dónde venía o cómo hablaba porque me conocía desde antes. Puede que te identifiques con tener que cambiar algunas de tus tradiciones, comidas o palabras, o que hayas tenido que dejar tu país y, aunque ya te hayas adaptado al nuevo sitio, aun añores tu pueblo, tus tradiciones, la música y hasta los olores. Y todo eso está bien, es parte de ti y te hace la gran persona que eres hoy. Sólo me gustaría recordarte que tu nacionalidad o ubicación geográfica no te define ante los ojos de Dios, ni define tu valor como persona. Aunque te sientas como una extranjera en tu propia casa, te invito a recordar quién eres en Dios, eres Su hija, eres amada y eres Su instrumento en donde sea que te encuentres.
Un par de años después de esa crisis de identidad y de sentirme extrajera, vivo en otro país, conservo mi acento chileno y sigo desayunando arepas, pero lo más importante es que recuerdo que mi identidad se centra en Aquel que me puso nombre, me rescató, Suya soy y decidí servirle en dondequiera que Él me lleve… “No tengas miedo, porque he pagado tu rescate; te he llamado por tu nombre; eres mío” (Is. 43:1 NTV). Y cada vez que me preguntan de dónde soy, respondo que nací en Venezuela, pero viví bastante tiempo en Chile. Cualquiera sea tu respuesta ¿me acompañas a servirle sin importar dónde estemos?
#HermanaRosadeHierro #DIOStorias #identidadenCristo #extranjera #elmundonoesmihogar #escritorainvitada #blog