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Escrito por Michelle J. Goff, fundadora y directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
No sabemos quién escribió el libro de Hebreos. Al considerar su conocimiento extensivo de las costumbres y prácticas judías, el autor definitivamente era judío. Además, veía al judaísmo como una oportunidad de apreciar a Cristo más profundamente como el cumplimiento de todas las profecías hebreas y el arquetipo de toda sombra en la enseñanza hebrea.
Cuando el Espíritu Santo inspiró a este autor para escribir esta carta a los judíos, Su propósito principal era dar certeza basadas en el Torá y los profetas. Sus explicaciones están arraigadas en lo que conocemos como el Antiguo Testamento. Sus puntos sobre la supremacía de Cristo enfatizan la importancia de guardar a Cristo como el centro de todo. Pero ¿por qué?
La audiencia hebrea ya estaba desanimada. Estaban dudando si Jesús de Nazaret era verdaderamente todo lo que decía que era. Y no habían pasado muchos años desde la resurrección de Jesús. Por tradición, se cree que el libro fue escrito durante la segunda mitad del primer siglo. Es menos de una generación después de la muerte de Jesús.
No tiene que pasar mucho tiempo para desanimarnos. Tampoco para olvidarnos. Si no recordamos intencionalmente, nos olvidaremos y perderemos la fe. Por lo tanto, celebramos las historias que dan gloria a Dios en nuestras vidas. Nos deleitamos en compartir con otros cuán vivo y activo es nuestro Dios. Nos maravillamos del poder revelado por las historias de la Biblia.
Los primeros nueve capítulos y medio de Hebreos preparan el escenario para el mayor ánimo de la carta: ¡Mantengan la fe!
Permíteme una frase de resumen para cada capítulo como preámbulo a su mayor exhortación a mantener la fe.
- Superior a los ángeles, Jesús era el Hijo de Dios.
- Jesús era 100% Dios y 100% humano.
- Digno de más honor que Moisés, Jesús es el Hijo fiel sobre la casa de Dios.
- Jesús era el último y mayor sumo sacerdote y expiación por nuestros pecados.
- Por favor, cree en Jesús, la fuente de salvación eterna.
- Dios nunca cambia y tenía este plan desde el principio.
- Jesús es la garantía de un mejor pacto, viviendo para interceder por nosotros, un sumo sacerdote por la línea de Melquisedec.
- Jesús era perfecto y es el mediador del nuevo pacto.
- La redención eterna es posible por la sangre derramada por el sacrificio perfecto, Cristo.
- Somos hechos santos por el sacrificio del cuerpo de Jesucristo una vez y para siempre.
Pero no importa cuánta evidencia tengamos. No importa cuántos argumentos se presentan. No hay manera de convencer a alguien sobre el Cristo con toda certeza. ¿Por qué? Porque nadie puede creer sin fe.
Cuando nuestra fe titubea, podemos reflexionar en la fidelidad de Dios. Cuando nos desanimamos, podemos recordar los momentos cuando Jesús estaba desanimado y miraba al Padre.
El autor de Hebreos reconoció que muchos de los judíos cristianos se habían desanimado, y que su fe estaba a punto de quebrantarse, estaban a punto de tirar la toalla.
Recuerda a sus lectores:
19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
Después de resumir los primeros diez capítulos en estos tres versículos (10:19-21), el autor comienza sus palabras de exhortación a los hebreos.
22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Heb. 10:22-25)
¿La solución?
• Acércate a Dios y no te aísles.
• Reconoce las mentiras y recuerda nuestro lavamiento.
• Guarda la esperanza. Suelta el desánimo.
• Mantente firme en la fe como Dios es fiel.
• Anímense unas a otras. ¡No estamos solas!
• Mantén los ojos puestos en Jesús (Heb. 12:1). Todo lo demás se pone pálido en comparación de Su luz.
¿Cuál exhortación de Hebreos te anima más o te llena de esperanza hoy?
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Escrito por Nilaurys Garcia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Canadá
¿Te ha pasado que después de unas vacaciones necesitas descansar? O sea, necesitas otras vacaciones para descansar de las vacaciones, puede ser que quieras pasar todo el día acostada en la cama leyendo un libro, hacer un maratón de tus series favoritas, tomar el sol en la playa, caminar por el parque o la actividad que más te guste.
Puedo imaginar a varias personas riéndose y comentando que los días libres son para hacer las cosas que no puedes hacer mientras trabajas o estás en tu rutina y ¿por qué lo sé?, pues porque mi mente también funciona así. Pero un día después de un pequeño colapso mental que me llevó a desmayarme en el metro camino al trabajo, tanto mi familia como mi jefe decidieron hacer una intervención y muy amablemente me obligaron a tomar unos días libres. Ojalá esta historia terminara aquí, y me encantaría decir que después de las vacaciones aprendí a relajarme, conectar con Dios y a vivir en estado de paz, pero no. Seis meses después volvió a suceder. Luego de estudios médicos y resultados que sólo indicaban una cosa, estrés. La intervención ya no fue tan amable, pero en esta oportunidad si aprendí.
Hubo una lucha interna dentro de mí al vivir estas dos experiencias, porque después de haberme sobresaturado con cosas buenas, como múltiples estudios bíblicos, actividades de damas, jóvenes, clases de niños, salir de paseo y más, simplemente me drené. No quedaba nada más para dar. Algunos pensarán, pero así es la vida del siervo y es parte de la tarea hacer todo eso. Además de que ¿cómo te vas a cansar si todas esas actividades te nutren y forman, conectan más con Dios y hacen crecer? Todo eso es verdad, pero si sobrepasamos nuestros límites, hay consecuencias.
Lo que me llevó a entender que el descanso o dar un paso a un lado era un necesario, fue ver el ejemplo de Jesús, en Lucas 6:12, cuando después de varios milagros, días de enseñar y tener que lidiar con los escribas y fariseos se retiró toda la noche a orar “En aquellos días Él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.” No es la primera y única vez que lo vemos haciendo esto, también lo hizo después de haber caminado sobre el agua, haber alimentado a una multitud y antes de ser entregado. En Lucas 5:16 afirma que “Él se apartaba a lugares desiertos y oraba.”
Desde que entendí que era necesario dedicar momentos, días o temporadas a esta acción de recargar, entendí que tenía mucho más para dar. Pero sólo era posible si realizaba estas pausas conscientes para volver a la Fuente que me permitiría respirar profundo y conversar con la Fuente, más allá de una interacción diaria. He aprendido de Jesús a retirarme y respirar por unos momentos, aprendí a identificar los síntomas que indican que necesito hacer una pausa y recuperar fuerzas, y dedico tiempo consciente a hacerlo.
Según tus gustos y personalidad, retirarte puede verse como sentarte en el parque mientras estudias tu devocional, tomar un par de horas para hacer journaling, tomar el camino largo al trabajo mientras oras en voz alta si vas manejando, o decir que no a un estudio o actividad de la iglesia, pero debe ser una decisión consciente. También puedes invitar a una amiga si lo deseas. En mi caso funciona mejor cuando estoy sola y oro en voz alta, por lo que, si alguna vez me ven en la calle hablando sola, ya saben qué estoy haciendo. No necesitas irte al medio del bosque por una semana para estar sola con Dios y tus pensamientos, pero si esa es tu manera, ¡bienvenida sea! Sólo te recomiendo que no esperes a colapsar para retirarte, respirar y recargar. Recuerda que Jesús dedicaba tiempo a descansar y recargarse directamente de la Fuente.
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