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¿A quién tienes de tu lado animándote?
He tenido la bendición de muchas personas en mi vida que me animan y me apoyan: familia, amigos, hermanos y hermanas en Cristo, mentores y hasta una animadora (así se nombró ella misma).
Me paro en los hombros de muchos hombres y mujeres de fe que han compartido su sabiduría y conocimiento para bendecir mi vida cristiana.
Hoy, quiero honrarles y reconocer su lugar entre la gran nube de testigos mencionados en Hebreos 12:1-2. Esos versículos hacen referencia a los héroes de la fe mencionados en el capítulo 11, pero nuestra gran nube de testigos no está limitado a la gente de la era bíblica.
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.
¿A quién tienes en tu vida que te anima a mantener los ojos puestos en Jesús? Toma un momento hoy para agradecerles y busca a alguien que para quien puedes servir como héroe de fe también. Animar a otros en su camino de fe no es parte pequeña; es de gran ayuda. ¡Todos tenemos la oportunidad de participar en la gran nube de testigos!
¿Te sientes inadecuada? Vuelve a leer Hebreos 11 y recuerda las muchas imperfecciones de los héroes de fe. Ninguno fue perfecto, pero al fin y al cabo, dejaban que su fe y no sus fracasos le definieran. Y no dejaron que ninguna falla le impidiera a animar a otros.
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42 Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. 43 Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. 44 Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: 45 vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. 46 No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, 47 alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos. (Hechos 2:42-47)
La enseñanza, la comunión, el partimiento del pan, y la oración… Elementos fundamentales e imprescindibles que hicieron posible lo que vemos en los demás versículos y en todo el libro de Hechos.
¿Cuáles son las partes más pequeñas de lo que vemos que hicieron en Hechos 2? Si compartían tanto pan y comida, ¿quién lo preparó? ¿Cómo puedes ser ese tipo de comunidad esta semana?
Recuerda, ¡no hay parte pequeña!