Caminando por un jardín de rosas en San Diego, California, noté un arbusto que tenía más de un solo tipo de rosas creciendo del mismo arbusto. La foto con este blog es de las dos rosas al lado en el mismo arbusto.
No estoy jugando con los colores de tu pantalla. No es una prueba para averiguar cómo ves los colores como la locura por Twitter hace unos años sobre el vestido de blanco y dorado o negro con azul.
Comparto esta foto para resaltar la diversidad que se nos presenta como una bendición y un desafío en los grupos pequeños.
Estoy segura de que cada una de nosotras hemos estado en una clase de mujeres o un grupo donde hay una hermana que sabe provocarnos, molestarnos, y causar un efecto negativo en el espíritu del grupo. Nos cuesta entender cómo pudieras estar en la misma comunidad de creyentes con esa persona.
¿Sabes qué? A Dios tampoco le gusta. Es una de las siete cosas que aborrece en Proverbios 6:16-19 (“…y el que siembra discordia entre hermanos.”) Sin embargo, debemos evitar empeorar el conflicto, sino debemos “matarla con amabilidad.” Y, gracias a Dios, Él es paciente y todos somos un trabajo en proceso.
Romanos 12:10, 17-21 lo dice de mucha mejor forma:
respetándose y honrándose mutuamente…
No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor. Antes bien,
«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
si tiene sed, dale de beber.
Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.»
No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
¿Cómo has manejado una situación así? (Favor de no mencionar nombres al hacer tus comentarios.)