Es posible que te sientas como la uña del meñique en el cuerpo de Cristo, pero cuando me pica la oreja, eres la perfecta para resolver mi problema.
Las copas para la Santa Centa no se han llenado. El pan sin levadora no se hace solo. Los niños de tercer grado necesitan maestra. Los baños están sucios. La viuda quiere que alguien la visite. La madre joven está agotada y necesita apoyo. La adolescente está desanimada.
No hay parte pequeña en el cuerpo. Muchas de las tareas tras bastidores de la iglesia no son apreciadas, no es ninguna indicación de su valor.
Una propaganda para una compañía que ayudaba a personas a conseguir un trabajo resaltó al que limpiaba la oficina donde trabajaban los que mandaron a alguien a pisar la luna. Afirman que hay muchos que contribuyeron a ese esfuerzo y se honra al quie está barriendo como parte del equipo. La película Talentos Ocultos celebra las afroamericanas que hicieron los cálculos matemáticos para asegurar que todo detalle del aeronave y su trayetoria fuera correcto.
Despúes del campeonato nacional de fútbol americano, Joe Burrow, quien ganó el premio más alto del año en ese deporte, agradeció a las personas que nunca vieron el campo. “Muchas personas trabajaron dura para esto, los entrenadores atléticos, los que trabajan con el equipo, los jugadores, los chefs, los que asisten en el comedor…”
Sea en el contexto de un trabajo, en los deportes, en la iglesia o para un proyecto, cada persona es miembro importante del equipo. La representante del equipo puede levantar el trofeo o recibir el reconocimiento, pero no hubiera sido posible sin las partes pequeñas que tuvieron todos los demás.
En el cuerpo físico y en la iglesia, no hay partes pequeñas. ¿Qué parte pequeña puedes tener hoy? ¿Cuál es una tarea poco agradecida que contribuye a algo mayor que puedes hacer?
Mateo 19:13-15
Llevaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara por ellos, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos». Después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí.
Ve también 1 Corintios 12:12-27.