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Escrito por Michelle J. Goff, con su madre, Jocelynn Goff
La hija mayor de un profesor universitario y una maestra para niños de la primaria, mi mamá creció aprendiendo por lo menos dos estilos de enseñanza. No toda enseñanza se impartió formalmente, por supuesto. Mi mamá nunca tomó una clase de discurso del Dr. Brown en el Colegio Comunitario Miami-Dade. Nunca se sentó en el aula de su mamá durante el horario escolar, pero sí pasaba tiempo allí después del día escolar mientras su mamá preparaba las instrucciones para el siguiente día.
No es sorprendente que mi mamá también se hizo maestra. Es una maestra natural y una oradora dotada de historias. Sus estudiantes se sentaban más derechos cuando les ofrecía “una historia lanyapa”. Lanyapa es una palabra francesa que significa “un poco extra o adicional”, es decir que ¡esa historia no se encontraría en el examen!
En contraste, cuando mi abuelo nos acribillaba a las nietas con preguntas de trivia bíblica durante nuestras visitas navideñas, enfatizaba las preguntas de más importancia al decir, “Ésta estará en el examen final”. Lo que más aprendí de esos “exámenes” era su amor por el estudio bíblico y su compromiso diligente a las joyas poco resaltadas en las Escrituras.
Años después, nuestras conversaciones se han hecho más “tocar y sacar”. He compartido joyitas de verdad que he descubierto con una pasión paralela a la suya para compartir con otros. De similar manera, mi mamá y yo hemos hecho la transición de una relación exclusivamente madre e hija a una de hermanas en Cristo y compañeras en el evangelio. El enseñar y el aprender se han madurado y hecho más mutuos.
Como sabes, nuestra enseñanza y aprendizaje no viene exclusivamente por los maestros ni por la familia. Dios mediante, buscamos ser rodeados por los que invertirán en nosotros y por aquellos con quienes podemos formar relaciones. Maestros esenciales pueden transformar nuestra relación con una materia… inspirándonos a perseverar o rendirnos. Amigos cercanos nos enseñan cómo reírnos, al también aprender lo que significa perdonar. Los vecinos nos enseñan la amabilidad al aprender cómo ser buenos vecinos nosotros mismos.
También hay quienes nos enseñan por sus palabras y acciones, inconscientes de cuántos están observando, aprendiendo de su ejemplo. Es especialmente cierto en nuestro andar cristiano. Debemos tener cuidado de practicar lo que predicamos, y que no podemos enseñar lo que aún no hemos aprendido realmente.
Cuando pregunté a mi mamá sobre una relación a través de la cual ha enseñado o aprendido, A. R. Kepple fue el primero que le vino a la mente. Su enseñanza sencilla era una semilla plantada y regada, semana tras semana. Se conocieron en la iglesia de Cristo Downtown en la ciudad de Kansas, Missouri, la nueva congregación que sus padres ayudaron a establecer en los inicios de los años 1960.
Después de enseñar a los niños por 20 o 30 minutos los domingos por la tarde, el hermano Kepple invitaba a la niña Jocelynn de 7 años a sentarse con él en la primera fila durante los cantos y el sermón. Después de recordarle a actuar bien educada, sus padres le daban permiso a sentarse con ese predicador jubilado en los finales de sus 70.
Una vez acomodada con los pies sin tocar el piso, mientras esperaba a que comenzaran los cantos, el hermano Kepple abría su Biblia a Mateo 5 y leía, “Tú eres la sal de la tierra. Tú eres la luz del mundo”, señalando cada frase al leerla.
“Me lo decía cada vez que me sentaba con él y me hizo una gran impresión. Plantaba una semilla en mi mente, mi corazón y mi espíritu”, recordó mi mamá. Él vivía la enseñanza que repetía.
¿Quién es alguien de quien has aprendido lo que significa ser una cristiana? ¿Cómo has podido enseñar a otros lo que significa seguir a Cristo?
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Escrito por Michelle J. Goff, fundadora y directora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
En Mateo 28, escuchamos las últimas palabras de Jesús antes de su ascensión. El versículo 18 nos recuerda que toda autoridad en el cielo y la tierra le fue dado.
19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mt. 28:19-20)
“Vayan” y “hagan discípulos” son los dos mandatos de alta importancia como las instrucciones finales de Jesús. Las dos maneras en las que cumplimos el mandato de hacer discípulos son bautizándolos y enseñándolos. Luego, al final, escuchamos la promesa que Jesús estará con nosotros. ¡Amén!
Estas facetas de la Gran Comisión son íntegramente conectadas al Gran Mandamiento: amar a Dios y amar a otros. ¿Podemos hacer discípulos fuera de una relación con Dios u otros? La enseñanza sería limitada a una lista de instrucciones o información rutinaria sin una relación. “Enseñándoles a obedecer” es diferente que “contarles lo que deberían obedecer”.
No puedo enseñar bien a alguien cómo hacer una arepa sin primero presentarle esta comida venezolana. Podría decirle qué hacer, hasta darle instrucciones detalladas, pero los niveles de frustración de las dos estarían muy altos si no le pudiera demostrar cómo hacerlas. Por consiguiente, si mi estudiante se siente derrotada y sus arepas no le salen bien, es menos probable que las vuelva a hacer.
Al contrario, si le explico cómo hacer arepas, paso por paso, parada a su lado e ilustrando con mis propias manos embarradas cómo preparar la masa y formar las arepas, cuándo voltearlas y cuándo están listas para comer, mi estudiante se va a sentir más equipada para seguir en el proceso. Luego, nos sentamos y seguimos nuestro tiempo juntas al comer y profundizar nuestra relación, creamos un lindo recuerdo y formamos una conexión.
La próxima vez que mi amiga estudiante quiera hacer arepas, está preparada para tener éxito y, si surge un problema, ¡ella sabe exactamente a quién puede llamar! Hasta celebraremos juntas cuando me mande una foto de su familia comiendo sus arepas imperfectamente formadas. Estará practicando y desarrollando sus habilidades. Y no está sola. Su confianza creciente en cómo seguir las instrucciones ha sido animada por su maestra. Se deleitan en compartir una buena comida y las dos se sienten inspiradas a volverlo a hacer.
La enseñanza y el aprendizaje se realizaron en una relación.
La visión del Ministerio Hermana Rosa de Hierro es equipar a las mujeres a conectarse con Dios y con otras más profundamente. Los principios fundamentales de esa visión y nuestro tema para el 2023 vienen del gran mandamiento (Mc. 12:30-31) y la gran comisión (Mt. 28:18-20), inspirados por la imagen de Jesús como la Vid verdadera y nosotros como las ramas llamadas a dar fruto (Jn. 15). ¡No podemos cumplir ninguno de esos mandamientos fuera de las relaciones! A través de las entradas del blog, eventos virtuales y otros recursos, vamos a enfatizar los aspectos relacionales de estos tres textos bíblicos: “Enseñando y aprendiendo a través de las relaciones.”
Primero y, ante todo, nuestra relación con Dios es fundacional.
4 Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. 5 »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. (Jn. 15:4-5)
Segundo, el “mucho fruto” de nuestra relación con Dios será más discípulos, lo que nos regresa al pasaje de Mateo 28. ¡Me encanta cómo Dios une todo y lo lleva al punto de partida!
Tercero, las relaciones continuas con Dios y las unas con las otras se reiteran por el resto del Nuevo Testamento. La narración de Lucas de la iglesia primitiva, las cartas de Pablo, los recuerdos de Pedro y también las instrucciones de Juan y Santiago dan afirmaciones de la importancia de las relaciones.
Si no estás familiarizada con estos versículos o no conoces la bendición de estas relaciones, te invitamos a conectarte con estas promesas y mandatos. Mujeres, especialmente queremos ilustrar estas verdades fundamentales en las maneras en las que Dios nos ha llamado a enseñar y aprender a través de las relaciones.
Este año, seguiremos el mismo patrón establecido en el blog para el 2022. Los martes describirán enseñando y aprendiendo a través de las relaciones de la Biblia. Los jueves ilustrarán una dinámica similar en las relaciones de nuestras propias historias. Historias bíblicas y las historias que dan gloria a Dios… ¡hay muchísimo para enseñar y aprender!
¡Gracias por acompañarnos! Seguiremos presentando el tema a través del mismo ejemplo de Jesús en enero. Luego, en febrero, nuestro mes establecido de oración, seguiremos las historias de la Biblia y “las historias de Dios”, especialmente en nuestras relaciones y comunicación con Dios.