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¿Miedosa? El amor perfecto echa fuera el temor (1 Juan 4:18).
¿Aislada? Hay más de 50 referencias de “los unos a los otros” en el Nuevo Testamento.
¿Descontenta? Da gracias en toda circunstancia (1 Tes. 5:18).
¿Débil? Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil. 4:13).
¿Distraída? Lleva cautivo todo pensamiento (2 Cor. 10:5).
¿Desanimada? Regocíjense en el Señor siempre (Fil. 4:4).
¿Pensamientos negativos? Todo lo verdadero, lo bueno, lo excelente, lo puro… piensen en tales cosas (Fil. 4:8-9).
¿Preocupada? No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús (Fil. 4:6-7).
¿Cargada? Encuentren descanso para tu alma porque su yugo es suave y su carga es liviana (Mat. 11:28-30).
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Nunca he roto un hueso, pero creo que es por mis coyunturas flexibles. Mi cadera derecha es una de las que me causa problemas de vez en cuando. Últimamente, me ha dolido más de lo normal. Quizás el clima, un mal movimiento, un viaje largo manejando, o estar sentada demasiado tiempo en el escritorio… No me acuerdo bien la causa y es más probable que es una combinación de esas mismas cosas.
Mi hermana que es fisioterapista me ha animado con unos ejercicios específicos que fortalecen los músculos cercanos. Pero mi propósito hoy no es el de regalarles una lista de mis aflicciones físicas. Prefiero mostrar unos paralelos entre nuestro estado físico y el espiritual porque literalmente y figurativamente, hasta espiritualmente hablando, me duele la cadera.
¿Te acuerdas de cuándo Jacob y Dios lucharon toda la noche y la próxima mañana, como parte da la bendición que Jacob pidió, el ángel le torció la cadera? ¡Qué tremenda historia de batalla que Jacob tenía sobre su herida! Gloriosa o no, la verdad le dolió. Y cada vez que le dolía la cadera, le recordó del tiempo que pasó luchando con Dios.
Estoy aprendiendo a tratar el dolor físico en mi cadera como recordatorio espiritual de la paciencia de Dios para luchar conmigo… acompañarme en mis luchas y en los momentos difíciles. Él es fiel. Y tiene un plan. Mi dolor es mínimo en comparación con el mayor trabajo que Él está realizando en mi vida para moldearme más en Su imagen y guiarme en Su camino eterno.
No les voy a contar los detalles de mis batallas con Dios actuales, pero sé que las tienes también. ¿Con qué estás luchando ahorita? ¿Qué es lo que Dios te está enseñando durante este tiempo?
Al concluir nuestro énfasis en la salud espiritual de la mujer este mes, te animo a compartir tus batallas y las lecciones que estás aprendiendo de ellas con una hermana en Cristo, una amiga… una Hermana Rosa de Hierro. Tal como Dios trabaja en nuestras vidas con la firmeza del hierro, afilándonos para que seamos el mejor instrumento posible, nos da hermanas que pueden servir como hierro afilando a hierro. Y como Dios, el Jardinero divino, nos trata con la delicadez de una rosa, pone a otras en nuestras vidas para animarnos en las áreas en las que anhelamos crecer y florecer.
Toma un momento hoy para compartir tus batallas con una Hermana Rosa de Hierro. Oren juntas usando los Elementos Comunes al caminar juntas en el camino hacia la sanación y la plenitud en Cristo.
#HermanaRosadeHierro #saludespiritual #ElementosComunes #lucharconDios