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Mi grama parecía una jungla y desesperadamente necesitaba atención. Sí, hubo razones por las que llegara a ese extremo de descuido: viajes, lluvia, y otros compromisos… pero ya llegó la hora de ser cortada y para que volviera a parecer mi grama como lugar donde vivía alguien y que le importaba cómo se veía la casa.
Sin embargo, tocaba esperar otro día. Cada gota de lluvia fue como una afirmación de mi sentido de culpa por no haber aprovechado las pocas horas soleadas la tarde anterior.
Sabes que después de que pase de cierto punto la altura de la grama, se me hace más fácil dejarlo un día más. “Ya está tan mal. ¿Qué importa un día más?”
Pues, antes de que me juzgues por mi grama o mis prioridades, permíteme hacer una reflexión al nivel espiritual.
Los patrones y hábitos malos se nos pueden escapar más pronto que mi grama descuidada. Permitimos que la mala hierba crezca y cuando se siente que se nos ha escapado de las manos, pensamos, “Ya está tan mal. ¿Qué importa un día más?”
Esa forma de pensar peligrosa nos lleva a la trampa de apatía y el contentamiento en un mal sentido. Nos acostumbramos a las condiciones horribles y los malos hábitos y así nos olvidamos de la belleza que se ha escondido, una belleza que sólo el Jardinero Divino nos puede volver a revelar cuando le permitimos cortar, recortar, y limpiar.
Y tal como mi grama se ve mejor con un buen mantenimiento en el verano, no cuestan tanto los recortes del Señor cuando se lo permitimos con más frecuencia y consistencia.
¿Se ve tu vida ahorita como una jungla descuidada, una grama bien arreglada, o algo en el intermedio? ¿Qué debes dejar que el Jardinero Divino haga en tu vida hoy?
#HermanaRosadeHierro #crecimiento #jardinerodivino
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Como ministerio e individualmente, nos hemos enfocado en el crecimiento durante el año 2018. Y al reflexionar sobre cómo comenzó el Ministerio Hermana Rosa de Hierro, a dónde Dios nos ha llevado, y a dónde vamos, me recuerda que el crecimiento es un proceso, un proceso en el que gozosamente y dolorosamente nos encontramos, por fe.
En el año 2013, una semilla de fe fue plantada que luego brotó en las etapas iniciales de un recurso bilingüe para ministerios de mujeres. El MHRH nació. Muchos nos regaron y atendieron con sus oraciones y su apoyo económico. Y así Dios trajo el crecimiento explosivo, hasta en las primeras etapas.
Dentro del primer año, nos regocijamos en viajes que se extendieron por los extremos de las Américas, gracias a los que nos recibieron de norte a sur, este a oeste (Alaska, Argentina, la capital de Washington y California).
En los primeros dos años, ya habíamos provisto recursos para miles de mujeres, equipándoles para que se conecten con Dios y con otras mujeres más profundamente.
Para el tercer año, ya equipamos mujeres en los 19 países hispanohablantes y más de la mitad de los estados en los EE.UU. En el cuarto año, experimentamos más crecimiento de lo que podíamos manejar. Personalmente, llegué a un punto de agotamiento total, sobre-extendida por las muchas oportunidades de crecimiento.
Entonces, ahora, después de plantar, regar, y atender el crecimiento, ahora nos encontramos en un tiempo de recorte para crecimiento más intencional y multiplicado en el futuro.
En julio, cumpliremos cinco años. Y tal como una niña de kínder tiene que prepararse para los años escolares cuando va a conocer a muchas nuevas amigas y aprender cosas nuevas, tenemos que prepararnos al anticipar las muchas más mujeres que vamos a equipar a lo largo de las Américas y lo que aprenderemos por las direcciones en las que Dios nos guiará. Y para prepararnos para ese crecimiento, tenemos que pasar por un recorte, o dolores de crecimiento como los hemos llamado.
El recortar no es nada divertido. Duele. Lugares frescos están expuestos, crudos, y vulnerables. Quitados de todo lo que antes conocíamos, estamos rotos, anhelando crecer nuevamente.
Recortar es un proceso y eso significa que requiere tiempo. Como ministerio o personalmente, puede que no veamos el fruto de ese crecimiento tan pronto como quisiéramos. Dios, el Jardinero Divino, camina con nosotros con bastante paciencia durante el recorte. Cada corte doloroso es para nuestro bien, para nuestro crecimiento, transformándonos más en la imagen de Su Hijo.
Gracias por acompañarnos en el plantar (pasar la voz sobre el MHRH), atender (usar los recursos del MHRH al atender las necesidades espirituales de las mujeres) y regar (por tus oraciones y apoyo económico). Tú eres parte del proceso por el que Dios trae el crecimiento.
“6 Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios, quien es el que hace crecer. 8 El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. 9 En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.” (1 Cor. 3:6-9)
Planta. Riega. Atiende. Recorta. Repite.
¡Y no se te olvide cosechar después de que Dios traiga el crecimiento!
¿Serás obrero con nosotros? ¿Una que planta? ¿Uno que riega? ¿Nos ayudas a atender y equipar a más mueres para que se conecten con Dios y con otras mujeres más profundamente? ¿Oras con nosotros por sabiduría en el recortar?
Gracias por acompañarnos en el proceso de crecimiento. Anticipamos todo lo que Dios tiene por delante. Y recuerda… es Dios quien da el crecimiento. Y por eso, estamos agradecidos.
#HermanaRosadeHierro #crecimiento #jardinerodivino