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Abrumada por todo lo que Dios ha hecho en mi vida y en la del ministerio, le doy gracias. Tú eres una parte vital de esas bendiciones y, por eso, te doy gracias.
Pero tengo que admitir que no todo aspecto del año se pudo describir como bendición inmediata. En ese momento, se presentaron como cargas, desafíos u obstáculos. Ahora, al reflexionar, puedo recordar que “Su amor perdura para siempre,” tal como dice el salmista repite en el Salmo 136.
Te invito a agregar tu propia estrofa a este salmo:
En lo bueno y lo malo, para arriba y para abajo,
Su amor perdura para siempre.
Cuando veo la mano de Dios trabajando,
Su amor perdura para siempre.
Cuando dudo de Su provisión,
Su amor perdura para siempre.
Durante los viajes en carro, largos y agotadores,
Su amor perdura para siempre.
Por las colas de migración y aduana,
Su amor perdura para siempre.
Cuando Su Espíritu habla a través de mí para tocar las vidas de mujeres a lo largo de las Américas,
Su amor perdura para siempre.
Cuando una noche sin dormir me deja con ansiedad,
Su amor perdura para siempre.
Inspirada a escribir, o frustrada que no encuentro las palabras,
Su amor perdura para siempre.
Dada las palabras para hablar, o dependiendo del Espíritu para hablar por mí,
Su amor perdura para siempre.
Sufriendo por los dolores de crecimiento, personalmente o como ministerio,
Su amor perdura para siempre.
Confiando que Dios revelará Sus respuestas, en Su tiempo,
Su amor perdura para siempre.
Abrumada con todo lo que falta por hacer, incapaz de cumplir con todas las responsabilidades,
Su amor perdura para siempre.
Dios es fiel y alabo Su nombre,
Su amor perdura para siempre.
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Hoy, estoy agradecida por mi carro que me va a llevar los 650 kilómetros para llegar a Baton Rouge, Luisiana. Estoy agradecida por la comida que voy a comer en camino y por la hospitalidad de los que me van a recibir cuando llego. Agradecimiento abunda por la familia en Cristo donde crecí y donde trabajé como ministra universitaria por seis años. Y mañana, daremos gracias juntas durante una reunión de damas. Recordaremos lo que significa dar gracias, especialmente al comienzo de la temporada de los feriados al fin del año. Nuestro tema: “Y sean agradecidas.”
“Y sean agradecidos,” es una frase metida en el capítulo 3 de Colosenses por el apóstol Pablo. Se puede interpretar como un comentario aparte: “Pues, no se te olvide ser agradecido.” O, se puede ver como la parte íntegra y esencial de sus instrucciones a la iglesia primitiva en Colosas. Prefiero la segunda interpretación. Lee el siguiente segmento de Colosenses 3 (versículos 12 a 17) y analiza si puedes cumplir con esas cosas sin dar gracias.
12 Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, 13 de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. 14 Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
15 Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos. 16 Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. 17 Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
Gracias, Padre, que soy una escogida por ti. Gracias por llamarme aparte como tu hija amada. Cuando reconozco esa verdad, mejor puedo revestirme de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad, y paciencia. Y dado que me perdonaste, un acto por el cual estoy eternamente agradecida, puedo tolerar a otros y perdonar. Tu amor transforma y une. Gracias.
Con una actitud de gratitud, puedo morar en paz. Gobiernas en mi corazón y estoy unida con otros. Sin la palabra de Cristo, mi corazón no puede instruir, aconsejar, ni cantar. De la abundancia de gratitud en mi corazón me permite ser llena de sabiduría y de Tu Espíritu. Sí, lo que sea que haga, de palabra o de obra, no se puede realizar si no es en el nombre del Señor Jesús, o sin dar gracias a Ti por medio de Él.
“Y sean agradecidos.”