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Yo quiero. Yo necesito. Yo deseo. Yo espero. Yo. Yo. Yo.
Pensamos que sabemos lo mejor. Presentamos nuestras peticiones y en clamar a Dios, las necesidades parecen mayores que las bendiciones. Al enfocarnos en lo que nos falta en vez de lo que tenemos, nuestra perspectiva es distorsionada.
Pablo explica el balance necesario cuando presentamos nuestras peticiones a Dios en Filipenses 4:6.
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y DENLE GRACIAS.
¿Qué pasa cuando comienzo mis oraciones con acción de gracias?
Las bendiciones superan las necesidades.
Se cambia el enfoque.
Se aclara la perspectiva.
La fidelidad de Dios perdura para siempre.
Se confía plenamente en Dios.
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Una niña de dos años demuestra su rabia cuando las cosas no salen como quiere. Una adolescente te trata con silencio. ¿Qué haces cuando no recibes lo que quieres?
La demostración de rabia de la niña de dos años no va a cambiar la decisión de la mamá d no dejar que la hija saque las galletas del horno. La mamá sabe que se puede quemar la piel delicada de las manos de la hija y la quiere proteger.
El silencio que guarda la adolescente, ignorando a su padre, es una estrategia inefectiva para que él cambie de parecer en su petición de un carro nuevo.
¿Cómo reacciones cuando Dios no cumple con tus peticiones?
Uno de los aspectos más difíciles de la oración es confiar en la respuesta de Dios. Tenemos que depender de Él para contestar a Su manera y en el momento que Él indica.
Cuando Dios escucha nuestras peticiones, puede que responda que sí, que no, o que esperemos. Sin embargo, Dios siempre contesta nuestras oraciones con crecimiento espiritual.
Entonces, no importa cuál sea la respuesta, nuestra mejor reacción es la de dar gracias:
Gracias por saber y querer lo mejor para mí.
Gracias por protegerme.
Gracias por proveer lo que necesito, no lo que quiero.
Gracias por aumentar mi fe.
Gracias por seguir en control, aún cuando quiero tomar control de todo.
¡Gracias por ser Dios!