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Escrito por Debora Rodrigo de Racancoj
Muchas de nosotras seguimos a Cristo desde hace años. Muchas asistimos a la iglesia con regularidad. Es más, puede que muchas de nosotras no nos perdamos ninguna de las reuniones semanales que se ofrecen en nuestra iglesia. Puede que muchas leamos la Biblia de forma más o menos regular. De hecho, muchas de nuestras Biblias están gastadas de tanto usarlas. Puede que estén llenas de marcas y señales. Puede, incluso, que seamos capaces de recitar de memoria algunos de sus pasajes. Y en muchas de nuestras vidas es fácil encontrar momentos dedicados a Dios de una u otra forma. Pero una de las actividades en las que, habitualmente, más fallamos las mujeres cristianas de hoy en día es la oración. Ese momento a solas con Dios para el que tan poco tiempo nos dejan los quehaceres diarios. Es posible que te ocurra que, como a muchas de nosotras, la oración sea tu asignatura pendiente.
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En este ejercicio, vamos a seguir el patrón de la oración del Señor en Mateo 6:9-13. Haz que la oración del Señor sea tuya al seguir el modelo en cursiva debajo de cada porción de la oración de Jesús.
“Ustedes deben orar así:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,”
Proclama tres nombres o atributos de Dios y dilos en voz alta.
“venga tu reino,”
Clama a Dios pidiendo que crezca su iglesia y que vuelva su Hijo.
“hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.”
Menciona una situación específica en que deseas que se haga la voluntad de Dios, no la tuya.
“Danos hoy nuestro pan cotidiano.”
Dale gracias a Dios por Su provisión y pídale que te ayude a confiar plenamente en Él a proveer de TODO lo que necesitas, conforme a las gloriosas riquezas en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).
“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.”
Ejemplo: “Dios, nos perdonas una y otra vez. Gracias por tu ejemplo de perdón y ayúdame a perdonar a _______________. Ayúdame a entender que el perdón es una libertad para mí y una muestra de confianza en ti, no una aprobación de la ofensa del otro.”
“Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.”
Ejemplo: “Señor, estoy tan tentada a ____________, aun cuando lo reconozco como una trampa de Satanás. Por favor, ayúdame a recordar que tu camino es el mejor y reemplaza la tentación de hacer el mal con un deseo y anhelo de hacer el bien.”