Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Keren Soraia, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Santa Rita do Passa Quatro, Brasil
Nuestro Señor dice: "y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres" (Jn 8:32 NVI). Sé que este pasaje está hablando del evangelio que nos da la salvación y la vida eterna, pero también creo que se puede aplicar así: cuando decimos la verdad, estamos libres de las posibles consecuencias del pecado. Cuando encontramos a alguien que nos dice la verdad, aunque sea difícil de escuchar, sabemos que podemos confiar en él. Por lo tanto, cuando decimos la verdad, nos convertimos en personas dignas de confianza.
Pensé muchas veces en cómo abordar este tema: qué decir, cómo decirlo. Después de todo, hablar de la verdad no es algo a lo que nuestra naturaleza humana esté acostumbrada, sino que prefiere esconderse detrás de mentiras u omisiones, dejándonos con la sensación de que “es mejor así”. Si miento u omito este hecho, no tendré que lidiar con esa persona o problema. Nuestra vida parece “más fácil” de esta manera y no nos damos cuenta de los problemas y consecuencias resultantes. Cuando nos damos cuenta, la mentira ya es una bola de nieve tan grande que no tenemos otra salida que resolver el problema y asumir las consecuencias.
Una vez, en mi antiguo trabajo, recibimos un gran pedido de carne. Me di cuenta de que este pedido tardaba mucho en salir y si se dejaba en el congelador demasiado tiempo, la carne se congelaría. Debido a que yo no era la supervisora en el momento de esta orden, no era mi problema (todavía). Pero cuando llegó el momento en el que asumí el cargo de supervisora, adivinen lo que todavía estaba en el congelador: la carne. Minutos después había un cliente enojado al teléfono, mi jefe preguntaba qué estaba pasando, por qué no se había entregado el pedido y un asistente del gerente preguntaba qué iba a hacer, por qué la carne estaba congelada y decía que, si el cliente cancelaba el pedido, la carne no iba a ser apta para la venta. Pensé: ¿y ahora qué? ¿Por qué no dije nada, por qué no lo resolví en ese momento? Incluso si no era mi responsabilidad, si lo hubiera resuelto, no estaría pasando por esto ahora. Mis consecuencias: estrés, una advertencia y pagar personalmente por una parte de la carne que el cliente no aceptó.
En las Escrituras, encontramos estos pasajes:
También han oído que se dijo a sus antepasados: “No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas al Señor”. Pero yo digo: No juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que ni uno solo de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier otra cosa que digan más allá de esto proviene del maligno. (Mt 5:33-37)
Sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ninguna otra cosa. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no sean condenados. (Stg 5:12)
Estos pasajes hablan de cosas similares, como no jurar por nada y especialmente por Dios, y que nuestro sí debe significar sí y nuestro no debe significar no. No puedo decirte cuántas veces mi madre me citó este texto. Todavía puedo oírla claramente. En ese momento no entendía por qué. Pero ahora lo entiendo: mi madre estaba usando las Escrituras para enseñarme acerca de la honradez y la integridad. Ella me enseñó que, si decía que sí, debía significar que sí, y que siempre debía cumplir mi palabra para que me tomaran en serio.
Hoy en día, ser honesto y tener integridad son virtudes tan poco comunes que cuando conocemos a alguien así, es inusual. Se ríen de ellos, se les llama ingenuos o se les dice que no saben cómo funciona el mundo, ¡pero así es como Cristo nos llama a ser! Debemos ser honestos y tener integridad no solo con respecto al dinero, sino con las personas, los sentimientos, las oraciones y, especialmente, en nuestra relación con Dios.
Tener integridad y ser honestos y fieles a nosotros mismos nos libera de las ataduras del pecado y de los temores que trae la vida, listos para ser llenos de la gracia y el amor de Dios, y nos prepara para transmitir esta gracia y amor a los demás. Después de todo, Cristo interactuó así con todos los que conoció mientras estuvo en la tierra.
¿Estamos dispuestas tú y yo a abrir nuestros corazones, siendo fieles como lo fue Cristo?
- Detalles
Escrito por Beliza Kocev, coordinadora del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Brasil
Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y cuando digan “no”, que sea no. Cualquier otra cosa que digan más allá de esto proviene del maligno. (Mt 5:37 NVI).
Me bauticé al final de mi adolescencia y era la única cristiana de la familia. Tengo un hermano que es 12 años menor que yo y lo llevaba a la iglesia los domingos. En un culto, cuando mi hermano tenía 4 años, tenía dificultades para permanecer en silencio durante la Cena del Señor y la ofrenda... Así que le dije: “¡Si no te quedas callado, nos vamos a casa!”
Un querido hermano, que me ayudó mucho en mi camino cristiano, se volvió hacia mí y me dijo en voz baja para que mi hermano no me oyera: “¿De verdad te vas a ir a casa si él no se queda callado?”. Le respondí que no. Me orientó sobre la importancia de cumplir mi palabra, si digo que voy a hacer algo, tengo que hacer aquello a lo que me comprometí.
Mira, mi intención no era mala, yo era una joven inexperta de 16 años tratando de hacer que mi hermano fuera respetuoso durante el culto. Pero sabía que no iba a hacer lo que estaba diciendo.
¡Una de las cosas más asombrosas de Dios es que Él hace lo que Él dice! “Las cosas pasadas se han cumplido y ahora anuncio cosas nuevas; las anuncio antes que sucedan” (Is 42:9). Las profecías nos dan la confianza de que, así como Él cumplió lo que prometió al pueblo de Israel, también cumplirá lo que nos prometió a nosotros. ¡Imagínate experimentar las dificultades de ser cristiana y esforzarte por hacer la voluntad de Dios, negándote a ti misma, sin estar seguras de que podemos confiar en lo que nos prometió!
Dios es íntegro. La integridad es un principio moral. Ser íntegro significa que todas tus acciones y decisiones son coherentes y honestas. Podemos confiar en lo que Él dice: “La palabra del Señor es justa; fieles son todas sus obras” (Sal 33:4).
Estas son algunas de las características de Dios que nos muestran que Sus palabras son honestas:
- Dios es verdadero.
Dios es verdadero; Él es la verdad misma. Dios es absolutamente digno de confianza y verdadero en todo lo que hace.
Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? (Nm 23:19)
También sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Verdadero. Y estamos con el Verdadero, con su Hijo Jesucristo, que es Dios Verdadero y vida eterna. (1Jn 5:20)
- Dios es fiel.
Dios es absolutamente digno de confianza. Sus palabras no fallan. Él muestra Su fidelidad al cumplir Sus promesas. Él nunca rompe un contrato consigo mismo o con Su creación.
Por tanto, reconoce que el Señor tu Dios es el único Dios, el Dios fiel, que cumple su pacto por mil generaciones y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos. (Dt 7:9)
¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna! (Sal 117:2)
- Dios es inmutable.
Los atributos de Dios son inmutables, Él no cambia, no es incierto ni inconstante. Él es perfecto. Su constancia hace que Sus promesas sean firmes, trayéndonos seguridad y esperanza.
Toda buena dádiva y toda perfecta bendición descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y quien no cambia ni se mueve como las sombras. (Stg 1:17)
Yo, el Señor, no cambio. (Mal 3:6a)
- Dios es infalible.
Infalible significa que Él no falla, no comete errores. Como Dios es perfecto, ¡no falla!
Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros. (Ef 3:20)
Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar ninguno de tus planes. (Job 42:2)
Mi deseo es que te dediques a estudiar la Biblia cada vez más para descubrir las maravillosas palabras de Dios. Palabras de amor, guía, aliento, consuelo y bendición. Pero principalmente las palabras que traen salvación, las que presentan a Jesús, nuestro Señor y Salvador, el único camino a la vida eterna.