Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
A veces, lo único que podemos hacer es tomar el próximo paso correcto, hacer lo que se puede, un solo paso correcto y luego ver el siguiente.
Estamos cansadas o abrumadas. La vida se nos está consumiendo y la luz al final del túnel es tan pequeñita que no nos da nada de esperanza.
En esos momentos, estamos verdaderamente caminando por fe, y no por vista.
¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en esa situación?
• Recuerda que la fe tan pequeña como un grano de mostaza puede mover montañas (Mt. 17:20).
• Recuerda que Dios está obrando de maneras que tú no puedes ver.
2 Reyes 6:15-17
Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, he aquí que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? Y él respondió: No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos. Eliseo entonces oró, y dijo: Oh Señor, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el Señor abrió los ojos del criado, y miró, y he aquí que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.
No sabemos si Eliseo pudo ver con sus ojos físicos que el ejército del Señor les rodeaba. Pero sí sabemos que estaba viendo con los ojos de fe.
¿Te cuesta ver con los ojos de fe?
• Finalmente, recuerda que podemos repetir la oración del padre en Marcos 9:23-24.
Jesús le dijo: “¿Cómo si tú puedes?” Todas las cosas son posibles para el que cree. Al instante el padre del muchacho gritó y dijo: Creo; ayúdame en mi incredulidad.
Toma el siguiente paso correcto. Y puede que sea pedir a Dios que te abra los ojos de fe, para poder caminar por fe y no por vista.
- Detalles
Ver el Gran YO SOY con claridad
Escrito por Kara Benson, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
Hace unos meses, recibí la bendición de ir al retiro del Ministerio Hermana Rosa de Hierro. ¡Estar rodeada de tantas hispanohablantes fieles fue una experiencia increíble! A mí me encantó conocer, aprender de, y crecer con esas cristianas. Escuchar a sus testimonios personales me dio ánimo y la adoración bilingüe me revitalizó.
En una de sus presentaciones, Michelle dijo algo importante: el <yo> minúscula impide ver al Gran <YO SOY>. Esta declaración permaneció en mi mente. Cuanto más lo consideré, tanto más me di cuenta de su verdad. ¿Cuántos problemas son creados – directa o indirectamente – por interponerme?
Un buen ejemplo de este obstáculo está en el matrimonio. Yo amo a mi esposo. Compartimos muchas creencias, valores, opiniones, e intereses. Sin embargo, no significa que él es yo. Pero muchas veces, se me olvida de esto. Espero que él piense, sienta, y reaccione en la misma manera que yo. Espero que él priorice, planee, organice un armario, llene el lavaplatos, controle el nivel del termostato, y adorne el árbol de Navidad en la misma manera que yo. Y créame, ¡hemos tenido nuestra parte justa de conflictos por eso!
Puede ser lo mismo con Dios. A veces, se me olvida que Dios no es como yo. Sé que Él es creativo por medio de sus obras maestras en la naturaleza. Sé que Él desea relaciones por medio de Su carta de amor escrita en tres idiomas. Sé que a Él le importa el trabajo duro y el descanso por medio de los seis días de creación, seguido del Sabbat.
Pero Dios no es como nosotros (Salmo 50). Nunca tiene hambre; de hecho, no necesita nada. El mundo entero y todo lo que está en él pertenecen a Él. Dios es santo. Nunca está indiferente al pecado, aunque tenemos tiempos difíciles para continuar viéndolo con seriedad. La palabra de Dios juzga los pensamientos y actitudes del corazón, aunque no podemos juzgarnos a nosotros mismos, y mucho menos a nuestro vecino. Dios siempre nos ama, aun cuando los demás nos decepcionan. Las personas no siempre toman decisiones con nuestros mejores intereses en mente, pero Dios siempre busca nuestro bien en el largo plazo. Queremos el perdón sin un cambio de comportamiento, las bendiciones sin obediencia, y el amor sin un sacrificio, pero Dios no. El Señor es compasivo, misericordioso, cariñoso y un fuego incontenible que aborrece el pecado y destruye a sus enemigos. Entender esto es difícil para mí.
No nos acercamos a Dios al investigar en lo profundo de nosotros mismos ni al internalizar las enseñanzas humanas. Cuando tratamos de ver a Dios a través de nuestros propios lentes, inevitablemente haremos a Dios de acuerdo a nuestra propia imagen. Para ver al Gran YO SOY con claridad, debo quitarme del cuadro. Debo dejar de proyectarme y hacer que Dios encaje en mis planes para permitirle a Él revelarse a sí mismo a través de Su palabra. Estamos en el año 2020. ¿Estás viendo con claridad?