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Caminando por un jardín de rosas en San Diego, California, noté un arbusto que tenía más de un solo tipo de rosas creciendo del mismo arbusto. La foto con este blog es de las dos rosas al lado en el mismo arbusto.
No estoy jugando con los colores de tu pantalla. No es una prueba para averiguar cómo ves los colores como la locura por Twitter hace unos años sobre el vestido de blanco y dorado o negro con azul.
Comparto esta foto para resaltar la diversidad que se nos presenta como una bendición y un desafío en los grupos pequeños.
Estoy segura de que cada una de nosotras hemos estado en una clase de mujeres o un grupo donde hay una hermana que sabe provocarnos, molestarnos, y causar un efecto negativo en el espíritu del grupo. Nos cuesta entender cómo pudieras estar en la misma comunidad de creyentes con esa persona.
¿Sabes qué? A Dios tampoco le gusta. Es una de las siete cosas que aborrece en Proverbios 6:16-19 (“…y el que siembra discordia entre hermanos.”) Sin embargo, debemos evitar empeorar el conflicto, sino debemos “matarla con amabilidad.” Y, gracias a Dios, Él es paciente y todos somos un trabajo en proceso.
Romanos 12:10, 17-21 lo dice de mucha mejor forma:
respetándose y honrándose mutuamente…
No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor. Antes bien,
«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
si tiene sed, dale de beber.
Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.»
No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
¿Cómo has manejado una situación así? (Favor de no mencionar nombres al hacer tus comentarios.)
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Escrito por Wendy Neill en 2016. Su amiga mencionada ya no está entre nosotros, pero la recordamos y la honramos con esta entrada del blog.
Ella es una de mis amigas más queridas. Fuimos a la misma universidad. Hemos vivido en CUATRO de los mimos lugares, usualmente en tiempos distintos: Dallas, Abilene, la ciudad de Kansas, y Searcy. A las dos nos gustan las caminatas largas, especialmente cuando el clima es cálido y las flores está floreciendo. Llevamos seis años que, una vez a la semana, salimos a caminar juntas, conversar, y luego orar juntas. ¿Cómo somos distintas? Llevo la mitad de años que lleva ella. Ella tiene 92 y yo 46.
Effie es una mujer bajita, pero de grande fe. El Espíritu de Dios sale por todos sus poros. Su sonrisa y sus brazos abiertos me recuerdan de cuánto Dios me ama. Cuando pienso en la sabiduría y la perseverancia, pienso en Effie.
Cuando estamos juntas, hablo mucho. Me parece cómico que muchas veces terminamos hablando de MIS problemas de salud. Y aunque ella no habla tanto como yo ni ofrece muchos consejos, aprendo muchísimo de ella. He aprendido cómo ser paciente y amorosa con mi mamá que tiene el mal de Alzheimer, así como Effie lo fue con su esposo con la misma enfermedad hasta que murió en el año 2008. He observado como ella sigue brillando como una viuda que también es una hija bellísima de Dios. Sirve a los demás en la comunidad al compartir una cena con ellos que ofrece la iglesia donde ella asiste semanalmente. Ha participado en estudios bíblicos con las mujeres, clubs de libros, y viajes a obras y conciertos con los amigos. Le hace falta el esposo, pero sigue viviendo una vida abundante, hasta donde puede.
Cuando me preocupan los hijos, o cuando mi esposo y yo no estamos en la misma página, puedo contar con una palabra sabia de Effie. No va a ser de muchas palabrería, pero acertada a lo que necesito.
Y ¿cuál es su secreto? La oración. De eso no hay duda. Effie depende de la oración. Hasta hay un cuarto en la Iglesia de Cristo Red Bridge en la ciudad de Kansas que lleva su nombre. Ella ora diariamente por los miembros de su familia, por la iglesia… y por mí.
¿Tienes a una mujer en tu vida que personifica la sabiduría y la perseverancia? Abre un espacio en tu agenda para pasar tiempo con ella. Salgan a caminar. Tomen un café. Y oren. Como hierro afilando a hierro, ella te puede animar a ser tan bella como rosa a pesar de unas espinas: una Hermana Rosa de Hierro.
~Wendy Neill