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Escrito por Mackenzie Lancaster, publicado el último día de su tiempo como estudiante interna con el ministerio… Apreciamos su trabajo y su introducción al tema del mes.
Cuando Michelle me pidió escribir un blog para el tema de ese mes: sabiduría, no me sentía calificada. Tengo 21 años, todavía estoy en la universidad, nunca he tenido un trabajo a tiempo completo, ni he vivido sola, ni me he sostenido sola. Además de todo eso, a mi padre, quien es psicólogo de escuela, le gusta acordarme de que mi lóbulo frontal no está desarrollado completamente. Así que, con todo eso para considerar, en el espectro de la sabiduría, me pongo a mí misma bastante bajo, quizás algunos pasos más alto de un adolescente (¡y espero que ustedes que me conocen estén de acuerdo!)
Dicho todo eso, sentía la necesidad de investigar un poquito sobre la sabiduría y lo que significa “ser sabio.” Pero fue muy difícil definirlo con una sola definición.
Pero había una conclusión que podía hacer: no se puede hacerse sabio por sí mismo. La sabiduría es algo que se adquiere por hablar con un mentor u otras personas en su vida, preguntar, correr riesgos, vivir la vida y aprender de sus errores. El hacerse sabio tarda mucho tiempo, requiere reflexión y la comunidad. Hasta el Rey Salomón tuvo que pedir a Dios la sabiduría, la que fue regalado a él. No es que él se despertó un día el más sabio del mundo.
El hacerse sabio requiere trabajo también. Se tiene que hacer cosas, pero también se tiene que buscarlo diligentemente. En la busca mía de la definición de la sabiduría empecé a leer Proverbios, escrito por el Rey Salomón y habla de la sabiduría profusamente. A un punto en el libro, la sabiduría está personificada como una mujer y comparada con una mujer de la locura. (¡Te animo a leer el libro completo si no lo has hecho!) Al leer por Proverbios yo encontré la respuesta de mi pregunta: “¿cómo se hace uno sabio?”:
“Hijo mío, si hace tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos;
si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia; si llamas a la inteligencia y pides discernimiento;
si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido,
entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan a sus labios.”
Proverbios 2:1-6
Así que si estás como yo y no tienes ni idea de lo que es la sabiduría y te sientes que estás bajo en el espectro de la sabiduría, ¡ten confianza! La sabiduría es un tema común por toda la Biblia, y aún esos pocos versículos de Proverbios nos dan la promesa de que si queremos la sabiduría y lo buscamos con todo nuestro corazón como si es el tesoro más valioso, “entonces comprenderás el temor del Señor y hallarás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan a sus labios.”
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Durante este último mes, hemos visto los veinte versículos iniciales y esenciales de la Biblia que crean una fundación en las Escrituras (2 Tim. 3:16-17), dan un buen resumen de la esencia del evangelio (1 Cor. 15:1-8), y nos pintan una descripción de la vida nueva en Cristo (Hch. 2; Rom. 12; Gál. 5; entre otros).
¿Pero de qué me sirven estas verdades si no las pongo en acción en mi vida, si no me transforma mi fe creciente?