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Viendo sobre unos momentos en la vida de Pedro el apóstol durante el ministerio de Cristo que tenía en la tierra, podemos ver un joven gobernado por sus impulsos, emociones, dudas y su propia perspectiva sobre el propósito de Jesús. Él quería saber el límite de perdonar a otros y cuál era la ganancia de seguir a Cristo. En un minuto él estaba listo para cortar el oído de un hombre (el sentimiento fue puro pero la acción fue equivocado) y en el próximo minuto él corrió desnudó, abandonando aquél que antes estaba listo para defender. Pedro reprochó a Jesús sobre sus planes. Al principio, no quería que Jesús le lavara sus pies. Se durmió en lugar de orar con Jesús durante un tiempo muy angustioso para Jesús y negó a Jesús durante su tribunal.
Pero también era un joven que, en medio de estos momentos de fracaso, tenía un gran deseo de ser quien Dios quería que fuera y de seguir a Dios y hacer lo correcto. "Si Quieres Caminar Sobre Las Aguas, Tienes Que Salir De La Barca" por John Ortberg es un libro excelente sobre este lado de Pedro. Pedro tenía la fe para dejar sus redes, para admitir que no entendió y pedir explicaciones, para ser el primero de los apóstoles para declarar que Jesús era el Mesías, el Hijo de Dios. Él siguió a los soldados quienes tenían detenido a Jesús para ver que iba a pasar durante el tribunal (sólo sabemos de otro apóstol que estaba allá). Él corrió a la tumbo con uno más cuándo se enteró de la noticia sobre la resurrección.
Yo pienso que muchos (si no todos) de nosotros luchamos entre las dos "personalidades" de Pedro. La fe de escoger, de dejar su mundo conocido para seguir a Cristo, su profunda convicción de que Jesús valía la pena y era el único camino a Dios, y también su deseo de hacer lo correcto. Pero Pedro no era perfecto y él también luchó consigo mismo. Por eso, muchas veces se tropezó y se cayó sobre sí mismo, frecuentemente en maneras muy públicas. A veces sólo podemos ver cuánto luchamos, como muchas veces sólo pensamos en Pedro (antes de la resurrección) como quién negó, era impulsivo y el "hombre de poca fe." Pedro tenía sus debilidades e inseguridades (como nosotros tenemos) pero también era unos de los mejores amigos de Jesús (también Jesús nos llama amigos). Él era elegido (como somos). Pedro hizo y dijo cosas increíbles, cosas que movieron montañas (antes de Pentecostés). Unas cosas muy importantes, cosas que también hacemos.
Él creía: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente" (Mateo 16:16).
Era honesto sobre su necesidad desesperada de Jesús: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios" (Juan 6:68-69).
Él reconoció su pecado en la luz de la santidad de Cristo: "Apártate de mí, Señor; soy un pecador" y entonces dejó su antigua manera de vivir para seguir a Jesús (Lucas 5:8, 11).
Pedro tomó una oportunidad y pidió permiso para hacer algo que nadie había hecho, aparte de Jesús. Pidió dejar su lugar de comodidad y tenía la fe y la fuerza para hacer algo diferente: "Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre el agua"... Y cuando necesitaba ayuda y no podía hacerlo por sí mismo, pidió a Jesús y le confió para salvarle. (Mateo 14:28-31).
Creo, en una forma u otra, que cualquiera quién ha hecho una decisión de seguir a Dios, ha hecho cosas similares. Pedro tenía victoria en medio de sus fracasos y también nosotros. Somos más victoriosos y fuertes que creemos. Hemos decidido seguir a Dios, hemos dejado nuestra antigua vida, hemos creído, y a veces dejamos nuestro lugar de comodidad para acercarnos a Cristo. Somos victoriosos porque seguimos adelante. Yo te aconsejo a enfocarte en tus victorias. No existe una pequeña victoria, sólo victoria. Es tu caminar con Dios y Él trabajando a través de ti.
Dios te bendiga y guarde la fe,
Angela Myers
Sucre, Bolivia
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Nunca he entendido el boxeo. Dos hombres pegándose duro hasta que sangren. ¡No gracias! Pero voy a aprovechar una analogía del boxeo para explicar un aspecto importante de la victoria.
Los boxeadores se entrenan para mantener las manos arriba y así proteger la cara. Mantienen los pies en movimiento para que caerse tan fácilmente. También se preparan para el golpe.
¡Es el boxeo! Claro que van a recibir golpes en cada pelea. Pero hay buenas y malas maneras de recibir un golpe.
Espiritualmente, necesitamos prepararnos para el golpe también. ¿Dios nos promete una vida sin problemas? Para nada. (Ve Mateo 5:10-12, Juan 15:20, I Corintios 4:12, II Corintios 4:9)
En Juan 16:33, Jesús nos deja palabras de ánimo – el mundo nos va a atacar, pero él ya venció el mundo. Puede que recibimos un golpe y posiblemente perdemos la pelea, pero él ya ganó la guerra y la victoria absoluta es nuestra en él.
Entonces, ¿cómo nos preparamos para el golpe?
· No te sorprendas con el golpe (Juan 15:20).
· No dejes que el golpe te desanime (Juan 16:33).
· Fija la mirada en el entrenador (Hebreos 12:2).
· Tómalo por sumo gozo y ve el golpe como una oportunidad de crecimiento (Santiago 1:2-4).
Esta semana cerramos el enfoque en el entrenamiento espiritual para la victoria con la preparación para el golpe. Habrá dos blog más sobre la victoria la semana que viene antes de cambiar a un enfoque al gozo y contentamiento.
¿Tienes unas ideas sobre esos temas? Compártelos, por favor. Nos encantaría incluir tus historias y tus aportes. Mándanos un correo electrónico al Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.