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Escrito por Wendy Neill
Espero que no te importe si hablo conmigo misma. Bien puedes escuchar mis pensamientos escritos, si quieres. Pero puede que no luches con este tipo de pensamiento.
Wendy, tu crianza a los hijos se ha consumido de temor. Por años, tu mente se te ha llenado de las preguntas, “qué tal si…”
• ¿Qué tal si la bebé llega temprano?
• ¿Qué tal si sufre del síndrome de muerte instantánea si le pongo a dormir boca abajo?
• ¿Qué tal si se ahoga cuando le introduzco a la comida sólida?
• ¿Qué tal si entra en el carro con un extraño?
• ¿Qué tal si no hace amigas?
• ¿Qué tal si está en un terrible accidente automovilístico?
• ¿Qué tal si se acuesta con el novio y sale embarazada?
• ¿Qué tal si se casa con alguien que no sea cristiano?
• ¿Qué tal si sale de la fe?
Sí, pueden llegar a pasar cualquier de esas cosas. Es un mundo caído, y los hijos tiene el libre albedrio para tomar sus propias decisiones. Pero no es lo que Dios nos llama a hacer como madres. Y si hacemos las siguientes preguntas, “qué tal si…”
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¿Está débil tu fe? ¿Sufres de muchos cambios de ánimo? Necesitamos recordatorios de quién somos y lo que creemos. Si no, caemos en la trampa de los cambios drásticos de ánimo y perdemos nuestra fe.
C.S. Lewis, en su libro Mero Cristianismo, explica esta lucha y una solución de manera elocuente.