Escrito por Wendy Neill
Espero que no te importe si hablo conmigo misma. Bien puedes escuchar mis pensamientos escritos, si quieres. Pero puede que no luches con este tipo de pensamiento.
Wendy, tu crianza a los hijos se ha consumido de temor. Por años, tu mente se te ha llenado de las preguntas, “qué tal si…”
• ¿Qué tal si la bebé llega temprano?
• ¿Qué tal si sufre del síndrome de muerte instantánea si le pongo a dormir boca abajo?
• ¿Qué tal si se ahoga cuando le introduzco a la comida sólida?
• ¿Qué tal si entra en el carro con un extraño?
• ¿Qué tal si no hace amigas?
• ¿Qué tal si está en un terrible accidente automovilístico?
• ¿Qué tal si se acuesta con el novio y sale embarazada?
• ¿Qué tal si se casa con alguien que no sea cristiano?
• ¿Qué tal si sale de la fe?
Sí, pueden llegar a pasar cualquier de esas cosas. Es un mundo caído, y los hijos tiene el libre albedrio para tomar sus propias decisiones. Pero no es lo que Dios nos llama a hacer como madres. Y si hacemos las siguientes preguntas, “qué tal si…”
• ¿Qué tal si descansas en el conocimiento que Dios ama a tus hijos más que tú les amas?
• ¿Qué tal si crees de verdad que Dios hace que todas las cosas salgan a bien?
• ¿Qué tal si confías que las semillas que has plantado en los hijos dará fruto porque Dios les va a regar y dar la cosecha?
• ¿Qué tal si te das cuenta que la crianza de los hijos es un esfuerzo combinado entre los padres y Dios?
• ¿Qué tal si DIARIAMENTE traes los temores delante de su trono y se los dejas?
• ¿Qué tal si entiendes que el Espíritu Santo mora en ellos y les habla al corazón?
Al fin y al cabo, la pregunta clave es: ¿Qué tal si criamos a los hijos con fe, y no con temor?