Uno no puede escuchar bien cuando hay interferencia. Un sonido opacado crea confusión y duda sobre la claridad del mensaje.
Cuando Juan el Bautista entró en la escena, los sacerdotes y los levitas fueron enviados para preguntar quién era y qué estaba haciendo. Juan afirmó que su propósito era el cumplimiento de la profecía en Isaías, “la voz del que clama en el desierto: ‘enderezad el camino del Señor’” (Jn. 1:23, LBLA).
¿Qué quiere decir enderezar el camino del Señor?
Cuando uno construye una calle normal, el camino sigue las curvas y lo torcido, las subidas y las bajadas de las montañas. Pero cuando preparan el camino para la familia real, enderezan el camino. Muevan las montañas, enderezan las curvas, y el camino se suaviza.
Cuando preparamos nuestros oídos para escuchar, ¿cómo podemos enderezar el camino para el Señor?
Una idea es de darle la bienvenida como Rey, tal como los judíos hicieron cuando Él entró en Jerusalén (Mt. 21:5-11, LBLA).
5 Decid a la hija de Sion:
“Mira, tu Rey viene a ti, humilde y montado en un asna, y en un pollino, hijo de bestia de carga.”
6 Entonces fueron los discípulos e hicieron tal como Jesús les había mandado, 7 y trajeron el asna y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús se sentó encima. 8 La mayoría de la multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. 9 Y las multitudes que iban delante de El, y las que iban detrás, gritaban, diciendo:
¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!
10 Cuando El entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó, y decían: ¿Quién es éste? 11 Y las multitudes contestaban: Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.
El gráfico hoy es una palma con hojas en blanco y con la palabra Hosanna. Hosanna significa “adoración, alabanza o gozo.” En un espíritu de alabanza y con una actitud de escuchar, vamos a soltar nuestras cargas y nuestro agradecimiento a Sus pies. En las hojas de la palma (la puedes dibujar por ti misma), escribe cosas por las que estás agradecida, o cargas que llevas. Imagínate presentando estas palmas delante de Él y entregándoselas. Estamos enderezando el camino; estamos abriendo el camino de nuestros corazones. Estamos eliminando obstáculos; estamos abriendo los oídos. Damos la bienvenida al Rey de Reyes como Señor de nuestras vidas y proclamador de la verdad. Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Esta entrada del blog viene del libro Llamada a Escuchar, Cuarenta días de devoción, escrito por Michelle J. Goff
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