Este mes, estamos resaltando algunas porciones del libro ¿Quién tiene la última palabra? Cortando las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios. Te invitamos a reunirte con un grupo de mujeres para caminar juntas para Reconocer la mentira, Reemplazar la mentira con la verdad y Recordar la verdad por un versículo bíblico.
Introducción:
Como parte de mi deber cívico y para cumplir con la citación judicial para servir en el jurado, pasé un día completo en la corte local. La mayor parte del día estuve en el salón 406 donde un juez nos explicó el proceso jurídico, los términos legales, e hizo preguntas a los posibles miembros del jurado, después de haber leído la acusación contra el detenido. Fue un caso complicado que tomaría toda una semana de servicio de parte del jurado.
Luego me despidieron y me quedé con la curiosidad de cómo terminó. Pero a la vez, me sentí aliviada por no tener que pasar una semana en la corte debatiendo los hechos y determinando, según esos hechos, si sería culpable o inocente el acusado.
Siempre me han fascinado las series sobre los crímenes y los misterios. Son programas que puedo ver desde lejos y que se resuelven en un solo capítulo. Sin embargo, como mencionó otro juez por la mañana, “Si has visto los programas en televisión, no muestran esta parte del proceso porque es aburrido y no hay nada que podemos hacer para mejorarlo.” Y tenía razón. Pero yo no estaba aburrida, sino intrigada por cosas que observé ese día.
Cuando el juez en el salón 406 nos recordó del proceso jurídico y los abogados hicieron sus preguntas a los posibles jurados, lo que más me llamó la atención fue la cantidad de veces que mencionaron la verdad y la mentira.
Hicieron preguntas como: ¿Cómo determinas si alguien está diciendo la verdad? ¿Puedes confiar en el testimonio de alguien que fue acusado anteriormente? ¿Qué tal si alguien cambia su historia? ¿Y qué de su lenguaje corporal te indica si está diciendo la verdad o no?
Ésas y muchas otras preguntas son válidas para contextos fuera de la corte también. En nuestros propios pensamientos, servimos como juez y jurado cada vez que nos pasa una idea por la cabeza. Tenemos que discernir si el pensamiento es verdad o mentira, y luego actuar según la decisión. Así como el angelito y el diablito en los hombros de alguien en las caricaturas, debatimos las ideas que nos pueden robar la vida abundante prometida.
Satanás siempre ha tenido el talento para convencernos que una mentira es una verdad. Usa sus artimañas y nos manipula para distorsionar la verdad e introducir la duda. La buena nueva es que Satanás no tiene la última palabra.
En la corte, el juez lleva el verídico. Ayuda al jurado a llegar, cuidadosamente, a la verdad. En la vida, Jesús es nuestro abogado y nuestro mediador, El que tiene la última palabra.
¿Quién tiene la última palabra en tu vida? Te invito a acompañarme y a otras hermanas en Cristo al explorar estos capítulos y juntas cortar las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios.
Aprenderemos a reconocer la mentira, la reemplazaremos con la verdad, y recordaremos la verdad cuando estemos atacadas. Conseguiremos herramientas que nos ayudan a recordar la verdad al hacer Cuadros de Mentira/Verdad, a través de los Elementos Comunes, y al atesorar Su Palabra en nuestros corazones.
¿Estás lista para vivir la vida abundante de fe, esperanza, y amor que Dios nos promete? Para comenzar este mes, voy a compartir una de las historias del capítulo 9 que ilustra cómo Reconocemos, Reemplazamos y Recordamos.
Tiempo en el valle tenebroso (del capítulo 9, ¿Quién tiene la última palabra?)
Aunque podría contarles una historia de mi propia experiencia, voy a dejar que mi amiga Sherry comparta su propia situación a finales del año 2009.
Me encontré en un lugar muy oscuro. Había batallas por todos lados y sentí que estaba perdiendo cada una. Un día decidí que ya no quería luchar más. Estaba cansada. Hice maleta y la puse en el baúl del carro cuando no había más nadie en la casa. Más tarde ese día, anuncié que iba a hacer una diligencia, pero de verdad, me estaba escapando. No dije nada a mi esposo ni a mis amigas más cercanas acerca de a dónde iba. La verdad es que ni yo sabía a dónde iba.
Hice mi primera parada en un parque. Era uno de mis lugares favoritos para retirarme y orar, y fue lo que hice. Me quedé en el parque por unas horas, rogándole a Dios que me liberara de la batalla. Señalaba con la bandera blanca que me rendía, pero me sentí frente a ojos ciegos. Me hundía en una oscuridad más profunda.
Ya me tocaba tomar una decisión, pero no me gustaban las opciones que yo misma me estaba dando. Decidí que la decisión más segura era la de darme más tiempo lejos de otras personas y las responsabilidades. Mandé un mensaje de texto a mi esposo informándole que estaba bien, pero que necesitaba un tiempo a solas. Me extendió mucha gracia al permitir que me fuera. Y fue en ese momento que apagué mi celular y me dirigí a un hotel. Cuando llegué a la habitación, ya tenía el buzón de voz lleno de mensajes de mi esposo y una de mis mejores amigas. Pasaron unas horas antes de que pudiera escuchar los mensajes y un poco después, por fin pude responder. ¿Qué palabras tenía para explicar mi comportamiento? Ningunas.
En sus libros, tanto Oswald Chambers y C.S. Lewis describen algo como la noche oscura del alma. Escribieron de sus propias experiencias. Y describe mi experiencia también. Si eres como yo, vemos la oscuridad como algo de maldad, y no cuadra con una seguidora de Cristo. Pero la verdad es que hasta en mi momento más oscuro, y en Su silencio, presentí la presencia de Dios, o como la he descrito, la Sombra de Dios.
David pinta una descripción en el Salmo 23:
El SEÑOR es mi pastor, nada me falta;
en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
me infunde nuevas fuerzas.
Me guía por sendas de justicia
por amor a su nombre.
Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque TÚ ESTÁS A MI LADO;
tu vara de pastor me reconforta.
En ese día, hace varios años, Dios no me había abandonado. Al reflexionar, puedo ver Su provisión increíble. En el valle tenebroso, me dio un lugar tranquilo para acostarme con Su presencia. Su Palabra y Espíritu me guiaron fuera del valle oscuro a un mejor lugar. Su fidelidad en ese momento es todo lo que necesito ahora para recordarme que en cualquier tiempo de valle, sigue dando testimonio de Su amor.
Este mes, estamos resaltando algunas porciones del libro ¿Quién tiene la última palabra? Cortando las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios. Te invitamos a reunirte con un grupo de mujeres para caminar juntas para Reconocer la mentira, Reemplazar la mentira con la verdad y Recordar la verdad por un versículo bíblico.
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