La verdad es un concepto elusivo. En el mundo, la tratan como un término fluido, relativo para las necesidades de algunos o la popularidad de muchos. Como idea abstracto, la naturaleza concreta de Cristo como la personificación de la verdad puede ser difícil de comprender, especialmente si la verdad de Dios choca con mi opinión.
Pero no la puedo tener de las dos formas. Tengo que soltar el derecho a mi propia opinión para aceptar la verdad y la vida abundante que Jesús ofrece.
“El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn. 10:10).
El padre de la mentira tiene práctica con distorsionar la verdad y distraernos de las verdades encontradas en las Escrituras.
Cristo vino como el Mesías y Salvador para librarnos de la esclavitud de las mentiras, ofreciendo una vida abundante, llena de fe, esperanza, y amor. 1 Corintios 13 dice que permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza, y el amor. ¿Pero qué tienen que ver fe, esperanza, y amor con la verdad?
La verdad permite que mi fe sea sólida.
La verdad hace que mi esperanza no se avergüence.
La verdad define el amor y nos libra de las versiones distorsionadas de él.
Una vida abundante, repleta de verdad, con fe, esperanza, amor… ¡Yo la quiero!
Todo el mes vamos a compartir segmentos del libro ¿Quién tiene la última palabra? Cortando las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios. Está disponible para estudiar a solas o en grupos pequeños.
Te animo a hacer planes para hacer este estudio con un grupo pequeño este mismo año.
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