No podemos reconocer las mentiras hasta que las traigamos a la luz de la Palabra. Y cuando las revelamos, como las cucarachas, ¡huirán!
Eva había perdido su enfoque. 2 Corintios 11:3 nos da una advertencia similar, “Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, los pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y sincero con Cristo.”
Permitimos que la influencia de Satanás inquiete nuestra fe, perdemos la vista de nuestra esperanza, y nos lleva a sentir no-amadas. Es fácil distraernos y llegar a una vista distorsionada de la verdad y perder nuestro compromiso puro y sincero con Cristo. Puede que no lo reconozcamos, si la dejamos a nuestro propio criterio. Dios nos ha dado su Palabra y su cuerpo, la iglesia, para guiarnos y ayudarnos a revelar las mentiras que nos tienen atrapadas.
Sin embargo, como Santiago nos explica, si no hacemos nada con la verdad que llegamos a conocer, si sólo escuchamos la Palabra, nos estamos decepcionando (Sant. 1:22-25).
Dios anhela demostrarnos la fe, la esperanza, y el amor genuinos para que podamos inmediatamente reconocer las manifestaciones falsas de esas cualidades de la vida abundante. Satanás “se disfraza de ángel de luz” (2 Cor. 11:14), pero su meta es la de un ladrón: robar, matar, y destruir (Jn. 10:10a). Está usando una pistola de juguete, una herramienta débil que, cuando sea expuesto, se decae, y una vez sacada del camino, nos permite tener vida, y tenerla en abundancia (Jn. 10:10b).
(tomado del capítulo 3, ¿Quién tiene la última palabra?, disponible para la venta, antes de su publicación)