Me encanta esta foto del vaso quebrantado. No sé dónde la conseguí ni a quién dar crédito por su valor artístico y su representación espiritual que me han dado mucho en qué reflexionar.
2 Corintios 4:5-9 dice, “5 No nos predicamos a nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor; nosotros no somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús. 6 Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.
7 Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. 8 Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; 9 perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.”
El vaso en esta foto es una vasija sencilla de barro – frágil y quebrantada – tal como yo. Pero la luz de Dios resplandece más brillante en los quebrantos, y es en esos mismos aspectos de nuestras vidas que podemos proclamar victoria.
La victoria no es a pesar de los quebrantos, ni después de estar quebrantadas, sino en los quebrantos. Somos portadores del tesoro del conocimiento de la gloria de Dios – una luz que trae esperanza y promesa en medio de las atribulaciones, el estrés, y la persecución.
Gracias a Dios, recordamos que ese tan sublime poder viene de Dios, y no de nosotros. El mismo poder que levantó a Cristo de entre los muertos está trabajando en nosotros para traer victoria en medio de los quebrantos. ¡Qué gozo me da celebrar esta verdad contigo hoy!
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La victoria a través del quebranto
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