Originalmente publicado el 18 de diciembre de 2017
Escrito por Michelle J. Goff, fundadora y directora ejecutiva del Ministerio Hermana Rosa de Hierro
En su amor infinito, Dios mandó a su Hijo para nacer de una virgen. Y aunque muchos celebran el nacimiento de Cristo en diciembre, es Su resurrección que transforma nuestra esperanza en una esperanza viva.
Porque si nos unimos con Él en Su muerte, también lo seremos en Su resurrección (Rom. 6:4).
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva (1 Pe. 1:3).
Y dado que se nos ofrece nacer de nuevo a una esperanza viva, podemos vivir con esperanza.
¿Cómo es la vida de alguien que vive con esperanza, que tiene una esperanza viva?
La esperanza muerta nos pesa.
La esperanza viva nos levanta.
La esperanza falsa distorsiona.
La esperanza verdadera inspira.
La esperanza muerta frustra.
La esperanza viva anima.
La esperanza falsa desanima.
La esperanza verdadera transforma.
¡Gracias Padre, por una verdadera esperanza viva!