El primer libro del Ministerio Hermana Rosa de Hierro se llama Humano Y Santo. Pero es fácil olvidarme de la importancia de permitirme ser humana. Un mentor me recordó esa verdad, me animó a mostrar mi lado humano, y así permitir que otros vean para ayudar, apoyar y animar.
Muchos me consideran como su mentora. Lo que el Espíritu Santo me inspira a escribir en las páginas de los estudios bíblicos o me manda a decir en las clases que enseño puede dar la impresión de que soy una súper-cristiana. No lo soy. Para nada.
Cometo errores. Me vuelvo impaciente. Hablo sin pensar. Me importa demasiado lo que otros piensen de mí. Trato de resolver las cosas por mí misma en vez de llevarlas a Dios o pedir ayuda de otros.
Pero, sé que no estoy sola.
• Hay los que me señalan mis fallas con mucho amor, para que Dios las pode para mayor crecimiento (Ef. 4:15; Jn. 15:2).
• Hay los que se ponen a mi lado con sus escudos de fe cuando estamos atacados por las flechas encendidas del maligno en guerra espiritual (Ef. 6:10-18).
• Hay los que me sostienen los brazos cuando estoy débil para que Dios pueda ganar la batalla (Éx. 17:10-11).
• Y entonces, me regocijaré en mis debilidades porque cuando soy débil, Él es fuerte (2 Cor. 12:7-10).
Los mentores no son perfectos. Los mentores son los que muestran y afirman su lado humano mientras anhelan modelar un espíritu de Cristo y vivir según el Espíritu, manteniendo un enfoque en el YO SOY (1 Cor. 11:1; Rom. 8:5, 11; Heb. 12:2).
Editando los capítulos del libro que se publicó el año 2019, YO ya SOY, fue un buen recordatorio para enfocarme en el YO SOY, para renovar mi creencia en YHVH, y para compartir mi testimonio de creencia contigo. ¡Gracias por tus oraciones!
Una última ilustración compartida por el mismo mentor durante nuestra conversación: Cuando sentimos que estamos en un barco que está llenándose de agua y hundiéndose, tomamos un cubo o balde para sacar el agua, tratando desesperadamente de mantenernos a flote. Pero nos olvidamos de que Jesús ya está en el barco a nuestro lado.
Al YO SOY no le sorprende nada de lo que pasa en tu vida. Él está allí, siempre era, siempre es, y siempre será. Llámale y regocíjate en Él sabiendo que no estamos solas. Dale las gracias por los mentores en tu vida que te recuerdan de esa verdad y compartir estas verdades con otros al servir mentoreando juntos.