Los Elementos Comunes no se pueden realizar fuera del contexto de una comunidad, sea entre dos personas o veinte. Necesitamos a otros que nos animen a crecer y a florecer, que nos muestren las espinas con amor y gentileza, y que sirvan como hierro afilando a hierro, la una para la otra.
¡Gracias a las que han sido verdaderas Hermanas Rosa de Hierro en mi vida! Son mi inspiración para todo lo que Dios me ha llamado hacer a través de este ministerio y que me empujan a seguir modelando esas relaciones con otras a lo largo de las Américas.
Y no se te olvide compartir en los Elementos Comunes con una hermana en Cristo hoy. Y dale gracias por ser esa Hermana Rosa de Hierro en tu vida.