Si la libertad viene por la verdad, afirmamos el opuesto también: La mentira esclaviza.
“Mi hijo tenía diabetes y se murió de complicaciones de la enfermedad, porque Dios me estaba castigando por haberme casado con un no-cristiano… He tomado tantas decisiones malas en mi vida que no hay manera en que Dios quiera escuchar de mí. Me siento que no puedo hablar con Él porque sé que no me va a escuchar.”
No fue una frase que esperaba escuchar de una mujer de setenta y dos años, y una que llevaba años como cristiana. Ella estaba dejando a Satanás tener la última palabra.
Humillada por la situación que se me presentó, le di gracias a Dios por la oportunidad de hablar palabras verdaderas y liberadoras en la vida de esta hermana. Llevaba toda su vida atrapada por las mentiras de Satanás, cargada de culpa.
Comencé, “Tienes tres hijos grandes, ¿verdad?” Un brillo amoroso llenó sus ojos y respondió al afirmativo.
“Y hasta el día de hoy, cuando le pasa algo a uno de tus hijos, o hace algo malo, ¿quieres que te eviten o que acudan a ti para que les puedes consolar, aconsejar, y mostrarles amor?”
“¡Pues, claro que quiero que vengan a mí!”
“¿Y tú crees que es distinto para nuestro Padre celestial que nos ama, cuando uno de sus hijos hace algo malo? ¿No crees que Él anhele consolarnos, aconsejarnos, y abrumarnos con Su gran amor?”
“Nunca lo he pensado de esa forma…”
El siguiente domingo, al saludar a mi amiga, su cara estaba llena de paz y parecía que se había quitado 50 kilos de encima (¡y es una mujer chiquita!). El gozo que resplandeció de la libertad encontrada fue indescriptible. Ella había aceptado la verdad del amor abundante de Dios, dando a Él la última palabra en su vida.
Satanás nos quiere robar la vida abundante que ofrece Cristo (Jn. 10:10), pero hay esperanza para la redención, la libertad, el perdón, y hasta una consciencia limpia. La vergüenza y la culpa no tienen que definir nuestras vidas y nuestras relaciones.
Satanás crea un filtro negativo por el que vemos nuestras acciones y decisiones. Nos enfocamos en nuestro pecado y la falta de valor, en vez de la gracia y el perdón que ofrece Dios.
Aun si hemos aceptado el perdón de Dios intelectualmente, puede ser que nos cueste perdonarnos a nosotras mismas, especialmente a nivel emocional. La vergüenza que sentimos de los pecados pasados opaca el poder transformador y limpiador de la gracia de Dios.
El perdón de Dios es verdadero y redentor. Cuando nos compra de nuevo, es un nuevo comienzo, desde cero.
Vengan, pongamos las cosas en claro
—dice el Señor —.
¿Son sus pecados como escarlata?
¡Quedarán blancos como la nieve!
¿Son rojos como la púrpura?
¡Quedarán como la lana! (Is. 1:18)
Tomado del capítulo 10 del libro ¿Quién tiene la última palabra? Cortando las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios. Te invitamos a reunirte con un grupo de mujeres para caminar juntas hacia la libertad, esa libertad verdadera que sólo se encuentra en la Verdad. Hoy mismo puedes aprovechar la invitación a la libertad por este Cuadro de Mentira/Verdad: Reconocer la mentira, Reemplazar la mentira con la verdad y Recordar la verdad por un versículo bíblico.