Jesús sabía que la vida era como un vapor que aparece por un momento y luego se desvanece (Sant. 4:14). Sin embargo, aprovechó toda oportunidad (Ef. 5:16) y recordó Su propósito aquí en la tierra. Su tiempo no fue suyo. Fue un mayordomo de lo que Dios le había dado.
¿Qué es un mayordomo? El mayordomo no es el dueño, sino que representa al dueño – en cuidar las cosas del dueño, hablar de su parte, servirle, etc.
Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 4:10-11)
Jesús fue el mejor mayordomo para Dios. Nos enseñó a no vivir por sí mismo sino a buscar la gloria del Padre. Jesús fue claro: todo lo que hizo aquí en la tierra, lo hizo como representante del Padre. Vio Su tiempo como un regalo – el tiempo que pertenecía a Dios y que fue provisto para cumplir la voluntad de Dios.
Me olvido de eso fácilmente. El tiempo es un regalo, una bendición y no un derecho. Me frustro a veces cuando alguien demanda de mi tiempo. ¿Pero es mi tiempo? Y cuando malgasto mi tiempo, malgasto el tiempo de Dios.
Jesús sabía que el tiempo no fue suyo.
Entonces, hoy, cuando me siento halada en miles de direcciones, cuando me siento abrumada, o frustrada sobre el tiempo que se me vuela, pauso y me acuerdo, “Sólo soy mayordoma del tiempo que Dios me ha dado. Es Su tiempo. ¿Cómo lo puedo usar para Su gloria?”
#HermanaRosadeHierro #libertad #verdad #tiempoesunregalo