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Es verdad que uno puede tener demasiado de una cosa buena. En el año 2017, por tres meses, no hubo una parte de Michelle que no fuera el MHRH. No había día de reposo. Ningún margen. Y estaba desgastada, agotada, y terminada.
Jamás quiero llegar al punto en el que resiento mi trabajo. Nadie quiere eso. Pero estuve allí.
La honestidad, se dice, es la mejor política. Y la confesión es buena para el alma. Así que, por allí voy…
Algunas de las normas de cuidado para el ministerio se nos habían ido. Al reflexionar, seguimos inseguros de cómo pasó todo. Pero mi horario llegó a tal punto que no me estaba cuidando. Y uno no puede dar de lo que no tiene.
Los pasos que tomé para recuperar un espíritu de paz fueron los siguientes:
• Descansé. Puse el descanso como prioridad y unas mañanas, no puse alarma o despertador.
• Renové mi compromiso al escuchar este año, a Dios y a otros. No había espacio en mi vida para escuchar. Ningunas llamadas con la familia y los amigos. Ninguna reunión para tomar café o compartir el almuerzo para ponernos al día. Las oraciones fueron frases medio tiradas hacia Dios. Sabía que Él estaba allí, pero estaba desconectada. Tenía que volver a escuchar, a Dios y a otros.
• Alineé mi espíritu con El Espíritu. Aunque estaba preparando clases bíblicas y equipando a mujeres en su vida espiritual, estaba descuidando mi propia salud espiritual. Mis propios deseos, frustraciones, e intenciones estaban pegando grito más fuerte. Tenía que trabajar para callar mi espíritu para el El Espíritu pudiera vivir, mover, trabajar y funcionar en mí.
• Admití mis limitaciones. No lo podemos hacer todo. Y es más fácil decir que aceptar eso.
• Volví a evaluar. Tenía que soltar algunas cosas. Estaba sobre-comprometida y todo estaba sufriendo.
• Salí a caminar. No hay nada que no pueda esperar 15 minutos. Una caminata rápida por el vecindario y tiempo en oración puede renovar el cuerpo y el espíritu.
• Tomé una mini-vacación. Muchos saben que la familia me es muy importante. Me gozo mucho a pasar tiempo como la Tía M. Las demandas de una niña de dos años, por más que me agotan, me cambian el ritmo de vida y me recuerdan que mi valor es mayor que lo que hago. Se trata más de quien soy que de las cosas que hago: jugar, el amor incondicional, tiempo leyendo cuentos, y una taza de café con mi hermana.
• Busqué ayuda. Les advertí que era hora de confesión… Y parte de lo que ha intensificado muchos aspectos de mi vida últimamente es la peri-menopausia. No les comparto en detalles, pero basta con decir que la dinámica fluctuante de esta etapa de la vida hace montañas de granitos y hace monstruos de lo más sencillo.
Gracias por tus oraciones. Todos somos un trabajo en proceso y aprecio la paciencia de Dios mientras avanzamos en ese proceso.
#HermanaRosadeHierro #restauración #descansarenuevarefresca
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La restauración de Dios en las relaciones
Escrito por Faith Bailey
Cuando pienso en la restauración, varias ocasiones inundan la memoria. Se ha visto prisioneros cambiar los corazones de sus captores para Cristo y hacia la compasión; hombres y mujeres se han hecho enteros después de un desamor terrible; sueños se han transformado y resucitado; hermanos han dejado sus resentimientos y quejas; y matrimonios se han dado otra vez al Dios de Amor después de 50 años de daño y desconfianza. Quizás una de las maneras más maravillosas en la que Dios trae restauración en este mundo es en las relaciones. Hay que tener un poder mayor que el de este mundo para cambiar corazones y traer perdón, sanación, y compañerismo sincero.
En el verano pasado, podía ver un ejemplo de este proceso de primera mano, y comparar la restauración del mundo al poder transformador de Dios. En Ruanda en África occidental, tuve la oportunidad de trabajar con una escuela internacional y unos misioneros, y pasar bastante tiempo aprendiendo de los ciudadanos. Conocido por su historia trágica de genocidio y conflicto civil, los ruandeses han pasado los últimos años intentando mejorar su reputación y sanar sus relaciones. Suelen escuchar el mensaje que son unidos y que hay perdón completo.
Como extranjero de visita, uno estaría abrumado por la belleza absoluta del país y de la gente. Su corazón se rompería a causa de la historia y levantado a causa de la nueva historia de perdón y fraternidad. Sin embargo, se sentirá una obscuridad espiritual por todas partes. Si se quedara allí por mucho tiempo, vería el temor y desconfianza entre la gente en la calle.
De verdad creo que anhelan la restauración completa y continuarán animando este proceso de sanación y unidad con toda su fuerza. Muchos ven a Ruanda como un ejemplo increíble por el perdón hasta este nivel tan profundo. A pesar de su esfuerzo y el mejoramiento de su reputación, en muy pocas situaciones sentí la paz que viene cuando personas estén restauradas por el poder de Cristo.
Me di cuenta obviamente que las relaciones no pueden ser restauradas completamente por medio del esfuerzo humano, sino por Dios Padre y el trabajo del Espíritu Santo. Hay agentes de cambio en Ruanda quienes, por oración, buscan a personas de paz y usan sus círculos de influencia para facilitar esta sanación. En estos círculos, me sentí una ligereza y una tranquilidad. Entre cristianos que buscan a Cristo, compartimos historias de sus familias y de la guerra. No suelen hablar sobre estas cosas, pero los restaurados no tienen tanto miedo de lo que no se habla. Están dispuestos a dar a luz estas cosas, porque han experimentado el consuelo de Dios.
No sé completamente cómo se reponen los pedacitos otra vez. Pero sé que aparte de Él, no hay sanación duradera. Él restaura. Él revitaliza el alma. Él revive los huesos. ¿Quién más puede hacer lo que Él puede hacer?
“La mano del Señor vino sobre mí, y su Espíritu me llevó y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Me hizo pasearme entre ellos, y pude observar que había muchísimos huesos en el valle, huesos que estaban completamente secos. Y me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?» Y yo le contesté: «Señor omnipotente, tú lo sabes».
Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos, y diles: “¡Huesos secos, escuchen la palabra del Señor! Así dice el Señor omnipotente a estos huesos: ‘Yo les daré aliento de vida, y ustedes volverán a vivir…
Tal y como el Señor me lo había mandado, profeticé. Y mientras profetizaba, se escuchó un ruido que sacudió la tierra, y los huesos comenzaron a unirse entre sí. Yo me fijé, y vi que en ellos aparecían tendones, y les salía carne y se recubrían de piel, ¡pero no tenían vida!
Entonces el Señor me dijo: «Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de vida y dile: “Esto ordena el Señor omnipotente: ‘Ven de los cuatro vientos, y dales vida a estos huesos muertos para que revivan’ ”». Yo profeticé, tal como el Señor me lo había ordenado, y el aliento de vida entró en ellos; entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie. ¡Era un ejército numeroso!
Luego me dijo…“Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir. Y te estableceré en tu propia tierra. Entonces sabrás que yo, el Señor, lo he dicho, y lo cumpliré. Lo afirma el Señor” (Ezequiel 37:1-5, 7-10,14)
Tal como sabemos que las cosas de esta vida serán destruidas y rotas, la restauración pasa en el Reino de Dios cada día. Dios no hace promesas falsas. Si nos llama a amar a nuestros enemigos, podemos confiar de que ya conquistó la situación. En Cristo, tenemos la esperanza de restauración en nuestras relaciones, las cual son tan esenciales en la vida. Los huérfanos han sido colocados en familias. A los silenciados se ha dado una voz. Los cautivos de odio han sido libertados. Y Su restauración se estira continuamente más lejos y profundamente en estos corazones.
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