Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Laureen Henegar, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colorado
“Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.”
Luke 2:36-38
Cuando me pidieron que escribiera un blog sobre Ana, no estaba muy segura de cómo empezar, pero a medida que leía el versículo varias veces, comencé a relacionarme con ella de una manera muy personal. Perdí a mi esposo hace siete años. Las Escrituras nos dicen que Ana había estado sola durante 77 años. Pero, como viuda o viudo, ¿estamos realmente solos? No lo estamos. El Salmo 68:5 nos dice precisamente eso. Dios es, “Padre de los huérfanos y protector de las viudas es Dios en su santa morada”.
He hablado con varias personas que han perdido a su cónyuge y es interesante que cada uno menciona que, desde la muerte de su cónyuge, se han acercado más a Dios. ¿Es posible que en nuestro dolor y pruebas Dios realmente nos proporcione una bendición? Creo que sí. Dios nos ayuda a entender que la vida no ha terminado. Dios SIEMPRE tiene un plan para nosotros. Es nuestra responsabilidad confiar en Él y esperar Su tiempo.
Ana era la hija de Fanuel, un hombre piadoso cuyo nombre significaba “Rostro de Dios”. Ella era de la tribu de Aser. Ella parece haber sido criada en un hogar que confiaba en Dios. Casada sólo por siete años, pasó el resto de su vida dedicada a Dios en todo lo que hacía.
He aprendido dos cosas estudiando a Ana y escribiendo este blog. Primero, Dios nos proporciona la fuerza, el valor y el consuelo que necesitamos para superar las pruebas y los desafíos de esta vida. Cuanto más tiempo paso en oración y ayuno, más me acerco a Dios; pero también debo pasar tiempo escuchando Su respuesta a mis oraciones. Segundo, no solo debo pasar tiempo orando, ayunando y escuchándolo, sino que debo esperar Su tiempo para que las oraciones sean contestadas y debo confiar en que Él responderá mi oración a Su manera, no a la mía.
Ana era una mujer dedicada a la oración. Ella sabía que Dios era fiel y que la promesa de un Salvador se cumpliría. Estoy segura de que no sólo pasaba tiempo en oración, sino que pasaba tiempo escuchando, escuchando el suave susurro del Espíritu Santo. Muchas veces, cuando oro, me encuentro terminando mi oración y luego inmediatamente me lanzo a mis planes para el día. No me tomo el tiempo para escuchar, para escuchar el suave susurro del Espíritu Santo, comunicándose conmigo, brindándome palabras de fortaleza, sabiduría y coraje para enfrentar el día. Creo que Ana no solo pasó tiempo en oración y ayuno, sino que también pasó tiempo escuchando. Escuchando Sus palabras que la acercaban más y más a Dios.
¿Puedes imaginar cómo se debe haber sentido cuando vio a Jesús por primera vez y lo sostuvo en sus brazos? ¡Aquí estaba el Mesías prometido, la respuesta a las Escrituras, el Hijo de Dios durmiendo en sus brazos! Imagino que no hay palabras para describir el gozo que sentía y la urgencia de contarles a los demás que el Mesías había llegado. Ella sabía que el Mesías vendría; ella sabía que sería en el tiempo de Dios y supo en el momento en que lo vio que Él había llegado.
Se regocijó por el hecho de que la oración de Israel por un Mesías había sido respondida e inmediatamente comenzó a compartir las Buenas Nuevas. A veces estamos tan atrapadas en nuestros planes mundanos que no vemos las oraciones contestadas. Sí, vemos las grandes, como cuando un ser querido se cura de cáncer. Pero, ¿notamos las pequeñas, las bendiciones que Dios nos da todos los días? ¿Compartimos cómo esas oraciones han sido respondidas y cuán maravilloso es nuestro Dios? Creo que Ana notó todas las bendiciones de Dios, vio a Dios a su alrededor y compartió el amor de Dios con quienquiera que conociera.
Mi oración por nosotras es que seamos más como Ana: que pasemos más tiempo en oración, ayuno y escuchando a Dios. Que nos tomemos el tiempo para alejarnos de nuestras vidas ocupadas y mirar a nuestro alrededor a esta hermosa creación. Que reconozcamos, aceptemos y demos gracias por las bendiciones que Dios derrama sobre nosotras todos los días. Que a través de nuestro tiempo de oración diario nos acerquemos más y más a Dios. En las Escrituras, la historia de la vida de Ana son sólo unos pocos versículos cortos, pero ella es una inspiración. Su historia nos brinda lecciones importantes que nos brindan la oportunidad de tener una relación increíble y de por vida con nuestro Señor y Salvador.
- Detalles
Escrito por Katie Forbess, Presidenta de la junta directiva del MHRH
Febrero es nuestro mes de oración y lo ha sido por los últimos ocho años. Uno de los mayores ejemplos de la oración ferviente en mi vida ha sido el Ministerio Hermana Rosa de Hierro como tal. Nuestra misión es equipar a las mujeres para que crezcan en sus relaciones con Dios y las unas con las otras. Esa misión era una respuesta al deseo más profundo de mi corazón. En un tiempo cuando estaba clamando a Dios y pensé que no me estaba escuchando, Él estaba poniendo las cosas en moción que jamás pudiera imaginarme.
Cuando mi corazón estaba quebrantado, saliendo de Bolivia para regresar a los EE.UU., tenía muchas ideas y pensamientos. En mi plan original sobre cómo quería ayudar a mujeres a crecer más cerca de Dios y las unas a las otras, era para el estado de Arkansas. El MHRH es internacional en nuestro alcance y este año, hemos añadido un tercer idioma, ¡el portugués!
Creo que uno de los regalos maravillosos de la oración ferviente es que nos transforma cuando abrimos nuestros corazones y decimos con propósito y con poder, el poder de Dios, lo que necesitamos y lo que queremos.
Dios sabía cuando declaré en un taller de misiones mundiales que quería dedicar mi vida a Él. Quería ser misionera en una tierra extranjera. Él sabía lo que significaba y sabía más de lo que yo sabía sobre el por qué. Mi espíritu se estaba comunicando con Su Espíritu. Era una oración ferviente. No sabía cómo Dios la iba a contestar.
Dios está escuchando. Escucha a nuestras oraciones fervientes, así como cuando un bebé llora y todas escuchan para discernir el tono del llanto. O una niña que repite una y otra y otra vez, “Mamá, mamá, mamá, mamá, mamá,” hasta que le digas algo. Tienes que contestar. Alguien le tiene que responder. De la misma manera que un adolescente hace pequeñas cosas para buscar tu atención. Y si estás prestando atención, las reconoces de una vez, especialmente si es tu hijo o tu sobrino. ¡Tú sabes! Son ruegos fervientes y es lo que hacemos con Dios. Cuando lo hacemos transparentemente, crecemos, cambiamos, y sabemos que Dios ve los deseos de nuestros corazones.
Este año, estamos estudiando “Nuestra historia en Dios” y me está invitando a reflexionar más sobre cómo se han transformado mis oraciones durante el transcurso de la vida del Ministerio Hermana Rosa de Hierro. Desde su incepción y decidir si fuéramos una entidad sin fines de lucro o no, hasta la semana pasada cuando determinamos el tema para un evento o elegimos un software que necesitamos porque seguimos creciendo y necesitamos comunicarnos mejor dentro y fuera del equipo. Hay tantísmas maneras en las que sé que Dios ha escuchado nuestros clamores.
Me he llamado una animadora glorificada para el ministerio, pero quizás debería cambiarlo a una glorificada guerrera en oración ferviente porque a veces, cuando no puedo hacer lo que quisiera hacer para el Ministerio Hermana Rosa de Hierro, lo que sí puedo hacer es orar.
Y esa oración puede ser por lo que sea: una hermana que no conozco en otro país. Puede ser por Michelle por varias razones. Puede ser por un miembro del equipo o de la junta directiva, o por un proyecto que estamos iniciando o por una conferencia por venir. Las oraciones son ilimitadas y lo importante de esas oraciones es que son fervientes y que las hago con fe de que hay poder en ellas.
Dios quiere nuestra pasión. Ana mostró tanta pasión que Elías pensó que estaba borracha (1 Sam. 1:13). Apasionada es quizás una buena palabra para mí porque me han descrito como “demasiado.” “Demasiado” para las personas que no saben cómo recibirme. No me comprenden o piensan que soy demasiado demostrativa… he aprendido cómo mejor manejar esas situaciones, pero Dios quiere que yo sea “demasiado.” Dios sabe cómo recibir mis oraciones fervientes, apasionadas o “demasiadas.”
Cuando vemos la conversación entre Dios y Job. Dios le recuerda quién es él, pero Dios nunca le dice que no le quiere escuchar. Sí, Dios le pide que se calle, pero nunca le dice que no quiere escucharle ni que no le importa lo que Job le está diciendo. Dios nunca indica que no quiere que Job comparta sus pensamientos con Él. Lo que Dios sí dice es que le quiere recordar quién es Él. Y es justamente lo que pasa en la oración ferviente: nos abrimos con pasión con nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y todo lo demás. Y luego te acuerdas a quién estás orando… “Cierto, Él es Dios,” y todo se pone en perspectiva.
Quiero dejarles con una última reflexión: Sólo puedo orar fervientemente a y ser apasionada con un Dios que conozco y amo. Es otra cosa que hace la oración ferviente. Trae a mi mente mi primer amor y recuerdo lo que de verdad es importante, lo que sí va a ser poderoso y Quién lo hace todo posible.
Finalmente, cuando se habla de la oración ferviente, Ana es un ejemplo bello. Pudiera haber hablado sobre mi propio ejemplo de un aborto. Pero lo que creo que es más efectiva es contarles cómo la oración es una parte íntegra del Ministerio Hermana Rosa de Hierro, de Iron Rose Sister Ministries y de la versión en portugués que todavía no sé cómo pronunciar. Todas queremos y necesitamos oraciones fervientes. Este ministerio no está basado exclusivamente en mis oraciones fervientes. Sólo soy un miembro de un equipo de una multitud de personas que han orado por, querido y necesitado el MHRH antes de que se iniciara y que han llevado al MHRH por su propia pasión y sus propias oraciones fervientes. ¡Gracias por ser parte de esas oraciones! Dios nos está escuchando.