Nos encanta construir relaciones. Suscríbete a nuestro blog para recibir ánimo semanal en tu bandeja de entrada de correo electrónico.
Etiquetas
Búsqueda
Compras en línea
Nuestros libros, recursos gratis, tarjetas, botellas de agua, y más
Blog
Más entradas del blog abajo
- Detalles
Escrito por Marissa González, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Guatemala
“Oren en todo momento.” (1Ts 5:17 DHH)
Al leer este versículo, muchas nos podemos preguntar: ¿cómo puedo lograr esto?
A pesar de que algunas de nosotras aprendimos a orar de nuestros padres, o de alguien que nos guio en nuestra vida espiritual, otras no tuvieron ese apoyo o enseñanza, y fueron aprendiendo en el proceso de su crecimiento en la fe.
Todas en algún punto de nuestra vida nos preguntamos: ¿cómo debo orar?, ¿cuál será la mejor forma de hacerlo?. O nos preocupamos: ¿por qué nuestra oración no es tan fluida, como la de otras?
Recuerda, orar es como tener una conversación con alguien muy cercano, al cual quieres contarle todo lo que estás viviendo o tus planes de vida. Es encontrar y alcanzar un vínculo de conexión, y quién mejor que con nuestro Padre Celestial, sin olvidar que Él es el centro de todo y que nuestra relación con Él es la que fortalece nuestra vida, fe y oración. Al iniciarte en la oración, no necesariamente debe ser muy extensa, comienza poco a poco, desde tu corazón, con el tiempo irá siendo más fácil y fluida.
Recuerda que Jesús dijo: “Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te dará tu premio” (Mt 6:6).
Siempre busca un lugar donde te sientas cómoda, sin distractores. Sé que para las mamás, las abuelas o quienes están a cargo de un pequeño o una pequeña, no es tan fácil tener estos espacios; pero en cuanto tengas esos pequeños momentos de tranquilidad, ¡aprovéchalos! Date un tiempo para ti y tu comunicación con Dios, principalmente si es al empezar el día, como lo hizo Jesús, y busca un lugar donde te sientas segura y puedas conectarte y sentir que Él te escucha.
“De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar solitario.” (Mr 1:35)
Sé que no es fácil iniciar, pero algo que me ayudó fue hacer una pequeña lista de agradecimientos, en donde podía escribir cosas simples; como dar gracias por la luz, el frio, el calor, etc. Al principio, puede que tu lista sea pequeña, pero poco a poco irás agregando más cosas. También ve considerando en esa lista lo que crees que es “malo”, por ejemplo, saliste tarde de casa, se ponchó la llanta del carro o moto, se atrasó el transporte en el que viajas, etc. Tú dirás: ¿¡agradecer por eso!? Sí, todo tiene algo bueno. Eso que te parece malo te dejará una enseñanza o, te libró de algo más desagradable, que sólo el disgusto del momento.
Recuerda el fruto del Espíritu Santo:
“En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.
Y los que son de Cristo Jesús, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos deseos.
Si ahora vivimos por el Espíritu, dejemos también que el Espíritu nos guíe.” (Gá 5:22-25)
Recuerda, orar no es exponer todas las necesidades o dificultades que estás pasando, ni siquiera es pedir lo que no tienes. Sino que es el medio para encontrar paz para que te conectes con Nuestro Padre. Principalmente para agradecer lo que te permitió experimentar, sea considerado bueno o “malo”.
Entonces, empieza agradeciendo cada instante. Gracias Dios por este día, gracias por mi familia, gracias por el café, gracias…
Sé que algunos dirán ¡¿Cómo que dar gracias por el café?¡ ¡Sí, también por cosas así debemos agradecer, porque eso te dio un momento agradable o confortable! Haciendo esto vamos mejorando el diálogo con Dios, porque ya no será solo dar gracias, también entenderemos por qué le decimos gracias. Comprenderemos cada situación en nuestro diario vivir y seremos conscientes de que podemos ir cambiando nuestra actitud ante la vida y con los demás; y justo ahí irá creciendo nuestra relación con Dios.
Ya con esto como base, irás formando tu oración. Recuerda que Jesús nos dejó una explicación y guia cuando oró al Padre (Mt 6:7-15). Honrando a nuestro Padre Celestial, presentémonos con humildad, pidamosle perdón por aquellas faltas que hemos cometido, agradezcamos y expresemos nuestro amor, confiemos en Él y expresemos lo que sentimos desde el corazón… dependencia total (24x7).
En nuestra oración, ¿qué hacemos más, pedir o agradecer?
- Detalles
Escrito por Adriana Rocha, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Brasil
No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. (Fil. 4:6, NVI)
Cuando me convertí a Cristo, descubrí que poseía un arma para usar contra mis problemas: ¡la oración! En mi proceso de aprender a orar, también me di cuenta de cuántas cosas dentro de mí necesitaba trabajar y mejorar. Pero a menudo, con los motivos equivocados, usaba la oración como una venda en los ojos que me impedía ver lo que realmente estaba sucediendo y lo que tenía que hacer.
En los últimos años, durante un período muy difícil de mi vida, he experimentado más intensamente la oración. Aunque no tenía la intención de que la oración fuera el último recurso, era todo lo que quedaba cuando las demás opciones ya no estaban disponibles. Pero estaba en una batalla en la que no luché sola, siempre tuve mi relación con Dios. En los momentos en los que la incomodidad me impedía hablar con mis hermanos y hermanas sobre la situación, busqué consuelo en Dios.
Esta situación me enseñó que necesito orar, pedir ayuda a Dios para ver las cosas como realmente son, discernimiento para saber cómo debo proceder y comprensión sobre cómo y por qué orar. " Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras" (Ro. 8:26). Una vez que entendemos qué hacer, necesitamos pedirle a Dios la fuerza para actuar.
Una de las cosas muy positivas para mí durante este proceso fue tener una amiga que perseverara conmigo en la oración. Esta querida y confiable hermana pasó horas al teléfono conmigo. El tiempo que pasamos juntas, compartiendo lo que estaba sucediendo y orando, fue muy importante para mí. Cuando no quería ser paciente y simplemente quería actuar sin esperar lo que Dios había preparado para mí, esta hermana me ayudó a ver la importancia del proceso de preparación de Dios. Es tan precioso tener a alguien orando con nosotros: " Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18:20).
A menudo, durante la pausa en el servicio de la iglesia, entrábamos en una habitación para que yo pudiera compartir cómo me sentía y orábamos juntas porque no quería que nadie más escuchara las cosas malas que estaban sucediendo. "Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz" (Stg. 5:16). Su aliento para que oráramos juntas marcó la diferencia para mí. Ella también estaba pasando por algunas luchas difíciles y nuestra amistad también nos permitió orar por sus problemas.
Pero este tiempo con ella en comunión y oración no reemplazó mi tiempo a solas con Dios. ¡Seguí orando "sola" también! Aprendí que a pesar de que Dios sabe todas las cosas, en lugar de lanzar situaciones al azar, mis oraciones deben ser específicas. Oré incluso en los momentos en que no sabía qué decirle a Dios, tratando de entregarle la situación a Él en lugar de gastar mi energía en algo sobre lo que no podía hacer nada.
Oré incluso en los días en que apenas tenía la fuerza suficiente para deslizarme de la cama y ponerme de rodillas y, sin saber qué decir, simplemente llorar. " Entonces ustedes me invocarán, vendrán a suplicarme y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón" (Jer. 29:12-13). Siento que Dios me ha dado la fuerza y el coraje para mantenerme en pie mientras enfrento este problema, sosteniéndome para que las nuevas exigencias no me sacudan.
Durante toda la situación, un versículo permaneció en mi mente: “Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas" (Jos. 1:9). Si pasar por todo eso fue tan difícil como lo fue, imagínate pasar por ello sin la ayuda de Dios.
Para concluir, quiero recordarles que la oración nos libera y nos alivia. Es una bendición entregar nuestras preocupaciones a Dios. Incluso cuando no podemos expresarlo con palabras, Dios sabe lo que queremos decir. "Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento" (Col. 4:2). No podemos hacer lo que no depende de nosotras. Necesitamos entregar nuestras preocupaciones a Dios. La gente suele decir: "Lo único que puedo hacer es orar", como si eso fuera algo pequeño. Pero orar es la acción más importante de todas. En lugar de eso, deberíamos decir: "Voy a hacer lo mejor que puedo hacer: ¡orar!" Deja de dar vueltas en círculos por tu cuenta, acércate al Creador y sigue Su guía.
¿Y tú? ¿Estás dispuesta a ser preparada por Dios para actuar después de tu oración?