Dios nos diseñó para estar en relación, hechas en Su imagen.
Dios nos dio su cuerpo, la iglesia, como una oportunidad de trabajar juntos en comunidad.
Seas introvertida o extrovertida, nadie fue diseñado para vivir en aislamiento.
Un bebé muere sin el toque físico de otros. Una adolescente anhela sentir como parte de un grupo o de la familia aunque se aleja o dice al contrario.
Una de las herramientas más efectivas de Satanás es el aislamiento.
No niego nuestra necesidad de un tiempo a solas. El mismo Jesús lo necesitaba y seguimos Su ejemplo.
Sin embargo, cuando nos aislamos, no nos reunimos con los hermanos. Nos perdimos en nuestros propios pensamientos y en el espiral negativo que nos baja el ánimo. No podemos servir a otros ni dejar que ellos nos sirvan. Pensamos que podemos o debemos hacer las cosas de nuestra propia fuerza.
El aislamiento facilita malos patrones espirituales.
Una persona totalmente entregada al Señor está integrada a Su cuerpo.
Vamos a romper ese ciclo vicioso. Sal de la casa. Adora a Dios. Sirve. Ora con otros. Invita a alguien para estudiar la Biblia. Reúnete con alguien para tomar un café y compartir un versículo de la Biblia que te haya animado esa semana. Manda un mensaje de texto que anima a otra.
Vamos a vivir en el cuerpo de Cristo y mejorar nuestra salud espiritual. Nunca fuimos diseñados para hacerlo a solas.
23 Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. 24 Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. 25 No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.
Hebreos 10:23-25
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