“Pero, ¿qué es lo que debo HACER?” Esta respuesta desesperada fue en reacción a mi sugerencia a SER lo que Dios le llamó a ser, permitiendo que Dios revelara, en Su debido momento, lo que debía HACER. Ella estaba buscando una lista de quehaceres, un agenda de actividades que le indicaría la dirección en la que debía andar, permitiéndole sentir que lo que estaba haciendo importaba.
Tenía un buen deseo, pero se había olvidado que la fe procede la acción.
Cuando vemos la enseñanza de Santiago sobre la importancia de nuestras obras, nos recuerda que no podemos tener una sin la otra: la fe y las obras, las obras y la fe. Están totalmente conectadas y no podemos tener una aparte de la otra. Separadas no tienen valor.
La verdadera fe, fundada en el Señor, caminando con Dios en relación y comunicación, transforma quienes SOMOS e informa lo que HACEMOS.
Sí, las acciones demuestran más que las palabras.
Y es verdad que los demonios creen y tiemblan.
Pero, ¿cómo es que mi creer, mi fe, quién soy en Cristo, influyen y transforman lo que hago?
A finales de agosto 2018, compartí unas clases del libro de Santiago en El Salvador. El audio de esas clases está disponible por nuestra página web.
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