Voy a envejecerme tranquilamente, aun si implica que tengo más canas que mi mamá (ya las tengo). Como mi hermana lo explicó una vez, “Tanto tú como nuestra mamá tienen cabello de sal y pimienta pero el de ella es bajo en sodio.”
Una de mis mejores amigas es peluquera y sé que haría muy buen trabajo con mi cabello, pero no quiero esclavizarme al tinte. Ella siempre me ruega para que le deje pintarme el cabello, pero jamás lo voy a permitir.
No es que temo que alguien me diga, “Se te ven las raíces,” porque lo tomaría como un cumplido.
Sí, lo leíste bien. “Se te ven las raíces” puede ser un cumplido, espiritualmente hablando.
Durante los tiempos difíciles, ¿se te quita el aliento o estás cimentada en tu fe? ¿Te tumban las tormentas de la vida o estás bien fundamentada en la Palabra?
Toma un momento hoy para revisar las raíces. Pasa un tiempo en la Palabra y en oración. La próxima vez que te veo, me encantaría guiñarte el ojo y decirte, “Hermana, ¡se te ven las raíces!”
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