Al final de cada año, escojo un tema para mis oraciones en el año entrante. Se acercaba el mes de diciembre del 2015, así que empecé a estudiar y orar para que Dios me diera dirección para el enfoque de oración para el 2016. Me frustré al acercar el fin del año…
“Pues, Dios, pensé que iba a empezar estas oraciones el 1 de enero. Sé que para ti la fecha no importa de esa forma, pero pensé que ya hubiera tenido respuesta. Necesito que me guíes en la dirección…”
Mis oraciones siguieron cuando caí en cuenta: Lo que estaba pidiendo era la sabiduría. Y por lo tanto, mi enfoque en oración para ese año: la sabiduría.
A lo largo del 2016, mis oraciones constantes fueron por la sabiduría, pero admito y confieso que he fallado en esa práctica. No he seguido fiel a esa oración en el 2017.
Y aunque Dios promete dar sabiduría a quienes se la piden (Sant. 1:5), tenemos que cumplir con nuestra parte para buscarla y buscarle a Él.
Entonces, me comprometo nuevamente a ir directo a la fuente. La sabiduría no desciende de lo alto como una nube de los cielos. Al contrario, la tenemos que buscar, escuchando la voz del autor de la sabiduría.
Me encanta aprovechar varias versiones de la Biblia para mi lectura devocional y para estudiar. Usar más de una sola versión da otras perspectivas y puede resaltar porciones de la Palabra viva que jamás notáramos antes.
¿Cómo estás pasando tiempo en la Palabra? ¿Cuál es tu versión favorita de la Biblia y por qué?
En anticipación de los Elementos Comunes mañana, les confieso que permito que la espina de las distracciones me impida a pasar más tiempo en la Palabra. Quiero crecer y florecer en mi hambre por la Palabra. Así que les pido que sirvan como hierro afilando a hierro en mi vida, animándome a pasar más tiempo leyendo la Biblia.