Un niño no conoce el temor. Una niña confía que su papá le va a agarrar cuando brinca.
El temor es un concepto aprendido. Y cuando Dios nos llama a ser como un niño para entrar en el reino (Mateo 18:1-5), creo que hace referencia a la fe de un niño, entre otras características.
La fe es una parte natural de una niña. No ha aprendido el temor así que la decisión de confiar es una decisión automática.
Como adultos, hemos observado la maldad, y nos hace desconfiar, temerosos de lo que puede pasar. La decisión de temer es más automática que la de tener fe.
Sin embargo, podemos cambiarla. Entre más veces escogemos la fe, más automática esa decisión se hace. Nuestra confianza en Dios crece y volvemos a tener fe como una niña.
Hoy, y todos los días, te animo a escoger la fe, en las decisiones pequeñas de la vida diaria. Es una decisión temer. Y empezando hoy, podemos escoger la fe.
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El temor es una decisión – y la fe también
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