Estaba ayudando a una amiga sacar ropa vieja y que ya no le queda de su closet. Ella me ayudó con lo mismo andes de mudarme. Es increíble como las mujeres coleccionan ropa y otras cosas en el closet. Guardamos ropa que ya no nos queda pero que anhelamos que nos quede cuando perdemos unos kilitos más. Guardamos ropa que nos hacía sentir bien hace años aun si ya tiene huecos de tanto uso. Guardamos ropa que nos hace sentir gorda o fea o triste y no sabemos porque.
La ropa que ponemos afecta cómo nos sentimos y cómo nos sentimos afecta la ropa que escogemos para poner. Sé que en los días cuando me siento triste, no me permito poner pantalón con elástico y me obligo pongo por lo menos un poco de rime y pintalabios. Me hace sentir más linda y más preparada para el día.
La ropa nos transforma—de sentir como una vagabunda a una mujer elegante, lista para salir.
¿Cuánto permitimos que nuestra ropa y maquillaje nos afecte, especialmente cómo nos sentimos como mujeres? ¿Es algo bueno o malo? ¿Cómo lo podemos usar para la gloria de Dios y no para una afirmación mundana?
La pregunta mayor: ¿Cómo somos transformadas cuando recordamos que somos vestidas de Cristo?