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Cami UrquidiEscrito por Cami Urquidi, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Brasil

Cuando hablamos sobre priorizar la relación, lo primero que se me vino a la mente, fue el llamado de Jesús a sus discípulos.

Cuando acabó de hablar, le dijo a Simón:—Lleva la barca hacia aguas más profundas, y echen allí las redes para pescar. —Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado nada —le contestó Simón—. Pero, como tú me lo mandas, echaré las redes. Así lo hicieron, y recogieron una cantidad tan grande de peces que las redes se les rompían. Entonces llamaron por señas a sus compañeros de la otra barca para que los ayudaran. Ellos se acercaron y llenaron tanto las dos barcas que comenzaron a hundirse. Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo:—¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador! Es que él y todos sus compañeros estaban asombrados ante la pesca que habían hecho, como también lo estaban Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón.—No temas; desde ahora serás pescador de hombres —le dijo Jesús a Simón. Así que llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, siguieron a Jesús. (Lc. 5:4-11 NVI)

¿Por qué pensé en este pasaje específicamente? Hace poco estaba leyendo el libro de un hermano en Cristo, que trabajaba en una empresa. Lo interesante es que él relataba que trabajar en esa empresa no era su primera prioridad (claro que era importante ganar un salario para pagar las cuentas de la familia), pero lo más valioso para él, era usar ese ambiente para crear relaciones y llevar almas a Cristo.

En pensando en este pasaje donde Jesús llama a Sus discípulos y ellos dejan todo para seguirle, reflexioné a respecto de la importancia de priorizar nuestra relación con Dios, colocándolo en primer lugar en nuestras vidas, obedeciendo Su palabra y volverla nuestro pan de cada día, porque obviamente no es sólo entrar en el agua y listo, felices para siempre. Debemos relacionarnos con Dios más íntimamente, conocerle, mostrar un cambio verdadero y mostrar en nuestras vidas a Jesús, usando los espacios y entornos que Él nos da en nuestra vida cotidiana, (como el trabajo, la escuela, la tienda de barrio, etc.) para convertirlas en oportunidades de llevar discípulos a Cristo; porque no se trata sólo de unificar nuestra propia relación con Dios, sino de crear nuevas relaciones con, para y por Cristo.

En 1 Juan 4:11 dice, "Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.” Entonces, debemos permanecer en amor así como Dios nos amó al punto de entregar a Su propio hijo; y debemos entender que el amar a otros también significa querer que ellos se relacionan con Dios, así que de cierta forma, el amor de una persona hacia Dios se manifiesta en el amor por las demás personas y el deseo intencional de que estas personas se relacionen con Cristo, formando discípulos que quieran seguir a su Maestro, dejándolo todo porque reconocieron que lo más importante en la vida es crear un lazo verdadero y duradero en nuestro Rey Celestial.

Trabajo como coordinadora pedagógica en una escuela de idiomas, entonces mi vida termina siendo bastante social. Yo tengo que relacionarme todo el día con profesores, compañeros de trabajo, estudiantes, padres de familia, vecinos, funcionarios de los supermercados, del puesto de gasolina, además de los miembros de la iglesia, etc. Así que soy consciente de que Dios me da oportunidades para interrelacionarme con personas. El problema es pasar esa barrera de “quiero ser tu amiga” a “quiero que conozcas a mi Salvador, que puede ser el tuyo también si decides seguirle”. Ha sido un gran desafío para mí, pero algo que me ha ayudado mucho, es recordar que, estoy en este mundo porque Él quiere relacionarse con todos Sus hijos, y es mi deber ayudar a que ellos encuentren el camino correcto hacia el Padre. Así que intento evitar pensamientos como “estoy yendo al trabajo” y en vez de eso, imagino: estoy entrando al espacio que Dios ha preparado para mostrar el camino de su relación amorosa a otros.



Mateo 28:19-20 dice: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.” Preparando discípulos para hacer más discípulos. No es facil, siempre existirán puertas que se cierren en nuestras caras, pero con Cristo el camino es ligero.



¿Qué oportunidades en tu vida has aprovechado para que otras personas conozcan y se relacionen con Cristo?

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