Escrito por Lindsay Richardson, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Tennessee
Como niña misionera a quien le encanta viajar, he tenido abundantes oportunidades de ver diferentes partes del mundo y experimentar una variedad de oportunidades de servicio y voluntariado. Tengo demasiadas historias para compartir aquí, pero el marzo pasado tuve la oportunidad de ir como intérprete voluntaria de español en un viaje de misión médica a Baja, México.
Como dice 1 Pedro 4:10, “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (NVI).
No estoy conectada de ninguna manera con el mundo médico, pero saber dos idiomas ha sido una bendición que Dios me ha dado para ayudar a los demás.
Aquí algunos testimonios e historias de mi semana en México:
- Tuvimos un paciente por el que oré en español, y al final de la visita, y después, dijo que había intentado todo para su dolor: médicos, atención quiropráctica, fisioterapia y medicamentos. Pero esta oración ayudó más que cualquier otra cosa.
- Otro paciente vino a nosotros con erupciones en todo el cuerpo, hambriento y sin lugar para dormir. Rebuscamos en nuestras mochilas, le dimos nuestras barras de granola y agua, y le encontramos una manta.
- Oré con un hombre mayor y mientras oraba me interrumpía con sus peticiones: “oraciones para mi trabajo” y “encontrar una mujer” (que encontrara/conociera a una mujer). Tuve una buena risa.
- Llegó un hombre con fuertes cargas emocionales además de su enfermedad y ojos rojos e irritados. Estaba temblando y sollozando y dijo que su esposa lo dejó y se llevó a sus hijos y que no le queda ningún sistema de apoyo. Dijo que alguien lo invitó hoy a la iglesia donde se llevó a cabo la clínica y pude asegurarle que de hecho tenía un sistema de apoyo y una familia en Cristo allí. (Apenas logré completar esa oración porque al final casi lloraba).
¡Qué experiencia tan humillante! Realmente me ha dado una nueva perspectiva de ser “las manos y los pies de Jesús”.
También he estado involucrada en algunas oportunidades semanales para servir aquí en Nashville. He sido parte de una organización cristiana llamada People Loving Nashville [gente que ama Nashville] que proporciona comida y ropa a los hambrientos y necesitados. Ha sido un ministerio increíble ver a tantas personas en nuestra ciudad sirviéndose y amándose unos a otros. He aprendido mucho sobre la humanidad además de mi propio corazón por los demás. ¡Ha sido un verdadero cambio de perspectiva!
En Mateo 25:35-36 dice,
Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron”.
Escuchar historia tras historia desgarradora, ya que he podido interactuar personalmente con personas en mi propia ciudad, también me ha permitido sentirme más cerca del corazón de Dios, ya que permito que Él me use en pequeñas formas para ayudar a tener un gran impacto en el Reino. La gente viene a nosotros cada semana sólo porque sabe que serán amados y cuidados de una manera especial que sólo puede explicarse por nuestra relación con Jesús. ¡Nunca subestimemos el poder de cómo podemos ser usadas por Dios! Todas somos simplemente sembradoras de semillas, y Él es el que riega.