Coescrito por Michelle J. Y Chrystal Goff, hermanas por nacimiento y Hermanas Rosa de Hierro en Arkansas
Lucas 1:39-45 revela las reacciones automáticas que tuvieron Elizabet, Juan el Bautista y María al saludarse. Sus gritos de adoración vinieron de la abundancia del Espíritu dentro de cada uno.
Elizabet hizo una exclamación inmediata de adoración.
Juan el Bautista saltó de gozo en el vientre de su madre.
La expresión del alma de María fue una canción.
46 Entonces María dijo:
Engrandece mi alma al Señor;
47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre,
50 Y su misericordia es de generación en generación
A los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo;
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes,
Y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia
55 De la cual habló a nuestros padres,
Para con Abraham y su descendencia para siempre.
(Lc. 1:46-55)
¿Cuándo fue la última vez que viste un espíritu espontáneo de adoración?
Un domingo por la mañana, una joven voz se escuchó sobre las voces de los demás. No llevaba bien el ritmo ni tampoco el tono, pero a nadie le importaba. Cualquiera que se diera la vuelta para ubicar la fuente desenfrenada de adoración se deleitó al ver que esta joven estaba adorando de todo corazón, alma, mente y espíritu. Su voz hacía eco a las demás cuando su alma proclamaba, “Sooooooooy una hiiiiiiijaaaaaaaa de Dioooooooos.” Sus brazos se extendían en grandes arcos, como una bailarina estirándose hacia Su Padre. Sus padres y abuelos no se avergonzaban de sus expresiones, más bien sirvieron como apoyo para su pirueta. Su corazón, alma y mente brotaban de amor al SEÑOR. Más. Nada. Le importaba. Nos llamaba su espíritu y el gozo que irradiaba. Su espíritu inspiró a todos a su alrededor a unirse a ella en adoración.
Yo (Chrys) zumbo a las flores y los vegetales en mi jardín regocijada con el SEÑOR por Sus provisiones. No canto a la mala hierba, pero escuchan a escondidas al desenredarlas de su ahogo de la cosecha esperada de esta temporada. Las plantas que se marchitan o que terminan abrumadas por los insectos todavía son algo por lo que podemos alabar a Dios. Él da y quita, pero nos ha prometido proveer el pan diario, una promesa y una perspectiva por la que me acuerdo agradecer a Dios cuando estoy sofocada por el dolooooooooooor de la poda.
Agradecidamente, Dios es el Jardinero Maestro. Es meticuloso y delicado al usar Sus dedos para tejer por nuestras personalidades y terquedades, y temores, para podar lo que ya no o jamás le servían a Él. He encontrado gozo en descubrir los poderes sanadores y propiedades nutricionales de las plantas. Nos creó para ser Sus vasijas. Nutrir mi vasija con Su Palabra y Su fruto son una manera de honrar y adorarle. Me encanta crear sabores y unir especias como una manera de compartir lo que he aprendido de mi Creador en Su creación.
Antes de que tomara cuidado de seguir a Cristo de cerca, las canciones que se repetían en mi mente no daban gloria a mi Padre. Ritmos dañinos con rimas subliminales se filtraban en mi cerebro, empapándolo. Sólo cuando giraba mis ojos a YHVH podía aprender a escuchar el susurro, a las melodías de una brisa, a armonizar mi corazón con El Dios que ve. Mis aspiraciones de adoración son modeladas por el Magnificat de María. Veo si cada día mis alabanzas libremente cantan, “Mi alma engrandece al Señor.”
A través de su canción, el Magnificat de María anhela engrandecer la gloria del Salvador. Ella sabía que todo se trataba de Él y no de ella misma. Agradecimiento y humildad rebosaban de su lengua, una proclamación de la fidelidad y misericordia de Dios. Ella declaró Sus bendiciones eternas, invitando a otros a recordar Sus acciones y promesas.
Que nuestras vidas sean un acto de adoración hoy, engrandeciendo al Señor para que otros Lo vean y alaben a nuestro Padre que está en los cielos.
¿Cómo has sido inspirada a adorar?
¿Cómo puedes inspirar a otros a adorar, como Elizabet, Juan el Bautista, María o mi hermana?
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