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miercolesdemotivacion01 2021 09 01Escrito por Michelle J. Goff

La comunicación entre diferentes culturas me es fascinante. Como niña, tuve una temprana introducción a distintas culturas en nuestra propia casa… Mi papá es doctorado en química analítica y creció en una granja en una zona bien rural de los EE.UU. Mi mamá es maestra de niños especiales de la primaria. Ella creció en Miami, una ciudad metropolitana y centro urbano.

Mi papá deja las puertas sin cerradura. Mi mamá siempre las cierra con llave de inmediato.
Mi papá prefiere las direcciones ordinales (norte, sur, este, oeste). Mi mamá da direcciones con puntos de referencia.
Mi papá arregla la cama con un cierto lado de la sábana de encima hacia arriba. Mi mamá pone ese mismo lado de la sábana de encima hacia abajo.

Algunas de esas diferencias no importan mucho. Otras han causado problemas… Una de las primeras mañanas de la luna de miel, tomaron tres horas para arreglar la cama juntos por las perspectivas distintas sobre cómo poner la sábana. Cuando enseñan clases prematrimoniales sobre los ajustes del primer año, piden a la pareja que arreglen una cama y luego comparten su propia historia.

En nuestras propias familias, creamos una cultura y una expectativa. “Lo normal” es lo único que hemos conocido hasta que se nos presenta lo normal de otros.

Me acuerdo de unos estudiantes chinos que venían a nuestra casa para almorzar los domingos después del culto. Ellos tenían que aprender a usar un tenedor y cuchillo para comer la carne con papas y zanahorias. No había los palos ni arroz en nuestra mesa sureña estadounidense. Luego, hermanos de Sudamérica nos enseñaron otro significado de algo “sureño.” Y a los puertorriqueños les encantaba comer y compartir el concón (arroz quemado o pegado en el fondo de la olla). Era una señal de que éramos familia. ¿Alguna vez has pensado en este tipo de diferencias culturales?

No podemos reconocer nuestra propia cultura hasta que se nos presenta la oportunidad de conocer a otra cultura a través de nuestras diferencias.

Cuando vemos el concepto de Cultura Redefinida, hay tres preguntas que podemos hacer:

1. ¿Qué aprendo de mi propia cultura en vista de la cultura de otro?
2. ¿Qué aprendo de la cultura de otro sobre lo que tenemos en común y en lo que tenemos perspectivas distintas?
3. ¿Cuál faceta de la cultura de Cristo, la del reino de Dios, que debo demostrar en este contexto o relación?

Es la temporada de fútbol americano en los EE.UU. Soy aficionada de los Tigres de LSU (un equipo universitario). Se sabe que el fútbol americano es muy distinto al fútbol de Latinoamérica. Cuando toca el año de la Copa Mundial, algunos estadounidenses se interesen para ver los partidos, pero cuando les cuento que, en Venezuela, íbamos a los cines para ver los partidos en la gran pantalla, se sorprendieron.

Les explicaba la emoción de poder ver el partido con un grupo de extraños que quizás no conocías, pero que sabías que querían animar al equipo de la patria. Les explicaba de lo silencioso que se ponen las calles porque todos están en un lugar u otro para ver el partido.

Sé que, al escribir a un grupo de mujeres, quizás no les interesen tanto los deportes, pero me siguen el hilo y entienden la diferencia que hay entre los deportes de fútbol y fútbol americano. Hay diferencias entre los grupos de aficionados también. Sin embargo, cuando toca un partido un día domingo, tenemos que decidir a cuál cultura elegimos… ¿la de la Copa o la de Cristo?

La cultura de la familia, de la iglesia, de los idiomas, de las patrias, de los deportes, de las escuelas… La cultura nos da conexión y comunidad. Sin embargo, si nuestra cultura es a la exclusión de otros, ¿es una cultura que honra a Cristo?

Cuando Jesús comenzó Su ministerio, dio la bienvenida a individuos de culturas diversas a que formaran parte de Su Reino: samaritanos, cobradores de impuestos, pescadores, discapacitados, mujeres, fariseos… entre otros. Algunos aceptaron Su invitación a una nueva cultura y otros no.

Todos somos una combinación única de las varias culturas que hemos tenido y obtenido. Cuando se encuentran en conflicto esas culturas, ¿cómo escogemos entre ellas?

¿Cómo nos llama Dios a navegar la redefinición de cultura?

1. Debemos buscar primeramente la definición de Dios a la cultura en Cristo. Debe ser la que supere cualquier otra indicación cultural (Mt. 6:33; 1 Juan 4:1-6).
2. La redefinición cultural es un proceso de transformación (Rom. 12:2; 1 Cor. 3:17-18).
3. Nuestra nueva identidad en Cristo es la fundación más importante de cultura, desarrollada por el Espíritu (Gál. 2:20; Hch. 2:38; Gál. 5:16-25).

¿Qué piensas sobre las culturas?
¿Cómo se ha redefinido tu cultura a través de tu venida a Cristo?

 

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