Escrito por Corina Díaz, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Argentina
Siempre acostumbro a relacionar la palabra Santidad con algo iluminado, y mientras pensaba en qué podía articular sobre este tema, se me vino a la memoria Efesios 1:18.
“Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos…”
El alumbramiento es el resultado del conocimiento perfecto de Dios. Este pensamiento nos remite inmediatamente al Salmo 119:18, “Abre mis ojos y hazme ver lo maravillosas que son tus enseñanzas” (PDT). La referencia a abrir los ojos, se refiere directamente al corazón (la mente) en todas sus esferas, acciones, emociones, pensamientos y, aunque en el Antiguo Testamento era usado comúnmente para destacar un encuentro con Dios o pedir el encuentro con Él en Su gloria, en el Nuevo Testamento no deja de perder esta connotación con una diferencia en la relación luz-tinieblas-bautismo, especialmente bajo el contexto de los Efesios, en donde el ocultismo y la mitología religiosa se hacían presentes de formas especiales. La oración por este alumbramiento o iluminación está presente en las cartas de Pablo, y también aún en Juan cuando se refiere a la luz verdadera en Juan 1:9.
Así que, parece ser que el propósito de este alumbramiento espiritual es para hacernos conocer tres cosas puntuales:
1. Para que sepan a qué esperanza Él los ha llamado. vs.18a:
A través de Su plan perfecto y de que fuimos predestinadas para ser Sus hijas antes de la fundación del mundo, en la predicación del evangelio. La esperanza es un tema importante durante esta carta, y aunque es pocas veces mencionada, algunos estudiosos la adjudican a la palabra fe. En Romanos 8:24, Pablo afirma que somos salvas por la esperanza, y que es una esperanza que no vemos. No es coincidencia esta definición, somos parte de un llamamiento que estaba basado en nuestra fe, según nuestras obras.
2. Cuál es la riqueza de Su gloriosa herencia entre los santos. vs.18b:
Se han presentado distintas teorías con respecto a la herencia, pues en el versículo 14 parece ser que está hablando de una herencia que nos corresponde, pues nos ha dado las arras de la herencia como prueba de ello. Sin embargo, Pablo en el versículo 18 va aún más en profundidad. La riqueza de Su herencia hace referencia a Su propia herencia y no a la herencia de nosotras mismas; si bien es cierto que disfrutamos de las bendiciones celestiales, la herencia corresponde a Su gloriosa riqueza, que sólo está manifiesta en Él, y nosotros somos esa herencia.
3. Cuán incomparable es la grandeza de Su poder a favor de los que creemos. vs 19a:
Dios quiere que obtengamos la salvación y Él nos provee el camino hacia la fe, el poder de Dios es incomparable y capaz de proporcionar la salvación.
Podemos pensar que estos tres propósitos pueden ser elementos básicos del conocimiento de Dios, es como si estas tres cositas siendo conocidas en profundidad nos permitieran enamorarnos más de Dios. Si miras un poco más adelante en el versículo 19b, notarás que ese poder es una fuerza grandiosa y eficaz y que es exclusiva de los santos, ¡es decir, tú y yo! Así es, según el plan perfecto de Dios, tenemos acceso a esa santidad y este alumbramiento.