Escrito por Michelle J. Goff
Para asegurar que las relaciones funcionen bien tenemos que trabajar en ellas. Las amistades se desarrollan con el tiempo y por las experiencias compartidas.
Compañeros de viviendo te dirían que la buena comunicación es importante. Hay que expresar y explicar las expectativas. Luego las rechazan, las ajustan, o se cumplan. ¿Quién va a sacar la basura? ¿Compartimos las comidas o las preparamos a parte? ¿Eres madrugadora o nocturna?
Por un tiempo, mis padres enseñaban una clase prematrimonial sobre los ajustes del primer año matrimonial. La combinación de dos familias no es cosa pequeña. Hicieron preguntas claves y contaron anécdotas cómicas para guiar la pareja por aspectos de la preparación que se requería hacer los ajustes del primer año. Las preguntas a algunas preguntas parecían obvias para una persona de la pareja, pero la otra tenía otra manera de ver las cosas. Amor respetuoso y comunicación abierta son fundaciones necesarias para construir un matrimonio sólido.
Cuarenta y cinco años después, mis padres te dirían que el amor respetuoso y la comunicación abierta siguen siendo elementos necesarios que no se pueden ignorar. Hago eco de sus partes necesarias, aunque para mí no se han observado en el matrimonio sino como factores fundamentales en construir buenas amistades.
El amor respetuoso no es el amor eros, el tipo de amor romántico que es pasajero y se basa en la emoción. El amor respetuoso se basa en el amor fileo (de hermandad) y el amor ágape (incondicional), los que encontramos más descritos en la Biblia. Primera de Corintios 13, por ejemplo, presenta un amor que no busca lo suyo. Tampoco toma nota de lo mal recibido.
El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.
No sé de ti, pero ese tipo de amor me parece casi imposible, inalcanzable por mi propio esfuerzo. Admito que puedo ser egoísta. Soy menos paciente conmigo misma, pero también impaciente con otros. Mi deseo de no ser aprovechada por otros me lleva a tomar en cuenta el mal recibido y de vez en cuando puedo irritarme.
En mi mente, sé que no importa el tipo de relación, si quiero que se desarrolle y se profundice, tiene que estar bien fundada en un amor que respeta al otro, considera sus necesidades sobre las mías y perdura.
¿Cómo resuelvo la distancia entre la descripción bíblica del amor que se encuentra en 1 Corintios 13 y la versión fracasada del amor que se encuentra en la mayoría de las relaciones?
Dios. Dado que Dios es amor, puedo tomar un paso para atrás y dejar que Él defina la relación. ¿Has pensado en pedir a Dios que Él defina la relación? Porque la otra manera en la que se logra obtener ese tipo de amor en las relaciones es a través de la comunicación, la con Dios y la con la otra persona.
No sólo es una respuesta de la clase dominical… la comunicación abierta y sincera con Dios a través de la oración nos guiará en redefinir las relaciones. La comunicación con Dios transforma nuestra comunicación los unos con los otros. Una relación fundamental con Dios provee una fundación para las relaciones con otros.
Toma un momento hoy para reflejar en dos relaciones que quieres que crezcan. Ora por esas dos personas por nombre. Pide a Dios que guíe su comunicación. Invítale, el Amor definido, a tomar el control de su comunicación e interacciones.