Escrito por Liliana Henríquez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia.
¿Cómo se puede estar siempre gozosa cuando lo pierdes todo o cuando no tienes nada?
Esa es una pregunta que ronda en mi cabeza, porque tengo toda la intención de cumplir con 1 Tes. 5:16 que nos anima a estar siempre gozosas; pero, para ser sincera, a veces cuesta mucho.
Voy a la Biblia y me encuentro con Noemí, una mujer que perdió a su esposo y a sus dos hijos. Su dolor y su historia me llevan a reflexionar en un posible camino para recuperar el gozo en medio de las pruebas, y lo describo a continuación:
1. Vivir el sentimiento
Hacer como si no ha pasado nada, no es útil. En momentos difíciles, en los que sentimos que estamos sin salida o que nos cayeron todas las desgracias una detrás de la otra, es importante contactar primero con la emoción. En el caso de Noemí, fue la amargura. Me encanta como ella misma lo dice:
“…No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías.” (Rut 1:20-21, RVR1960)
Ella regresó a su pueblo con las manos vacías, seguramente con un sentimiento de derrota o fracaso. Pero su primera acción fue decirles a sus vecinos lo mal que se sentía. No trataba de ocultar su corazón. Fue real y auténtica.
2. Diseñar un nuevo plan
En esa época era importante para las mujeres estar bajo la protección de un hombre. Así que Noemí luego de vivir su duelo, puso manos a la obra. Instruyó a su nuera Rut para lograr ser redimida por un pariente cercano y de esa manera estar a salvo. Tuvo paciencia y confió en que, ella y su nuera, tendrían un futuro nuevo y lleno de esperanza.
“Entonces Noemí dijo: Espérate, hija mía, hasta que sepas cómo se resuelve el asunto; porque aquel hombre no descansará hasta que concluya el asunto hoy.” (Rut 3:18, RVR1960)
Aunque el libro de Rut tiene sólo 4 capítulos y se lee en pocos minutos, seguramente les tomó más tiempo a Rut y a Noemí vivirlo. Pero su gozo estuvo siempre manifiesto porque su mirada estuvo siempre en Dios, Su proveedor y protector por excelencia.
Quizás el error nuestro sea que hemos relacionado el gozo con las situaciones placenteras o agradables de la vida; y, olvidamos que el gozo en realidad es fruto del Espíritu Santo (Gal. 2:22). Así que, al tener al Espíritu Santo, tenemos gozo. Bueno, por lo menos tenemos la semilla del gozo, sólo nos queda trabajar para desarrollarlo y que dé fruto.
No tengamos temor de vivir a plenitud nuestro sentir, pero no olvidemos diseñar un nuevo plan. Hay esperanza para todo aquel que decide confiar en los planes de Dios. Hoy podemos contar a Noemí como parte de los ancestros del rey David. Ella redefinió su gozo, fue valiente y le dio un giro a su historia.
¿Seremos nosotras ejemplo de mujeres gozosas también?
Nota: El primer estudio ePétalo del Ministerio Hermana Rosa de Hierro se trata de la relación como Hermanas Rosa de Hierro entre Rut y Noemí. Es gratis si quieren bajarlo y estudiar esta historia bíblica más al fondo.