Escrito por Fabiola de Gómez, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia.
Joy, mi perrita, siempre está conmigo. Hace 6 años llegó a nuestro hogar, y como su nombre lo dice nos trajo mucha alegría (gozo). Siempre quiere estar a mi lado tanto que me tropiezo con ella varias veces al día; y más aún si me siento triste, enferma o decaída.
Joy me recuerda al gozo que siempre está en nosotros porque viene del Espíritu Santo. Pero, ese gozo interno a veces es perturbado o silenciado por la voz de mis preocupaciones, ansiedades, tristeza o enojo. Y es entonces cuando me pregunto, ¿dónde está mi gozo? Definitivamente, para yo sentir que tengo gozo, es más sencillo si las cosas están “tranquilas y bajo control." Pero, ¿qué pasa cuando no es así?... Es allí cuando realmente se prueba en dónde está puesta mi confianza.
En este último año, debido a la pandemia mundial, podría decir que, a muchas de nosotras, algunas cosas se salieron de nuestras manos. Haciendo que nuestro ánimo se afectara y que en ciertos momentos el gozo se silenciara por la presión de las dificultades o las circunstancias externas.
Eso me hace ver a Jesús, y preguntarme, ¿cómo lo hizo? Quien en medio de los momentos más duros de Su vida nos dio el ejemplo de que Su gozo estaba intacto a pesar de la angustia, tristeza y dolor que experimentó. Con todo esto, no se negó a vivir ese duro momento, y vemos en Mateo 16:23 (RV1960) que le dijo a Pedro: “… ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”
Jesús mantuvo Su gozo porque Su mirada estaba puesta en el galardón. Como dice Hebreos 12:2 (RV1960): “…el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Él me enseña dónde debe estar puesta mi mirada y así el gozo será constante en mi vida. Hacer esto es lo que nos permite como cristianas vivir la Escritura que dice: "…estad siempre gozosos." (1 Tes. 5:16, RV1960); y también "…tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, porque la prueba de vuestra fe produce paciencia." (Sant. 1:2-3, RV1960).
Al ver el ejemplo de Jesús podemos entender que cuando valoremos las pruebas por lo que aportan a nuestra fe y no por lo que nos quitan, podremos experimentar plenamente el sumo gozo en medio de ellas. Y así poder decir que el gozo siempre está conmigo.
Hermanas, caminemos con los ojos puestos en Jesús para que nuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Cuando llegue el momento de la dificultad y sientas que el gozo está silenciado o debilitado, pregúntate, ¿dónde está puesta mi mirada?