Escrito por Liliana Henríquezvoluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Colombia
Una amiga me regaló una plantica el año pasado, por razones personales decidí llamarla Bali, y es muy especial para mí. Sin embargo, en enero noté que Bali tenía hojas secas y entré en shock porque pensé que yo la estaba matando. Siempre he sabido que yo no tengo don para cuidar plantas, pero cuando me dijeron que este tipo de planta sólo era necesario regarla una vez a la semana, pensé que no era mucho trabajo y que quizás, al menos esto, sí lo podría hacer bien.
El 13 de enero vi a mi plantica muriéndose y casi por instinto, decidí podarla, quitarle todo los tallitos y las hojitas que estaban secas. El resultado fue un poco desalentador para mí, porque Bali se veía con muy pocas ramitas.
A pesar de que Bali no lucía muy poblada, recordé que en ese
momento mi prioridad era tener una plantica saludable y por eso tomé la decisión de podarla. Si ella pudiera hablar, seguramente me hubiera
dicho lo incómoda y no muy bonita que se sentía en ese momento. Pero yo como “jardinera,” sabía que dentro de poco tiempo ella iba a lucir mejor y más frondosa.
Este proceso de limpiar y podar, me recuerda que Dios hace lo mismo con nosotras. Él quita aquello que no sirve, las relaciones que no funcionan, todo lo que no da fruto; todo con el fin de refinarnos porque su única prioridad es que crezcamos en Él
cada día más.
“Él corta todas mis ramas que no dan fruto. Poda y limpia cada rama que da fruto para que así
produzca más.” (Juan 15:2 PDT)
Si mantenemos en mente que nuestra prioridad es crecer, aceptaremos que la limpieza que Dios nos hace en ciertas ocasiones puntuales de nuestra vida, es por nuestro bien.
Bali es un buen ejemplo de eso, ella confió en mí como su supuesta jardinera, y hoy un mes más tarde… ya se ve más poblada y frondosa. Su priridad era crecer, la nuestra como mujeres cristianas, también
debe serlo. ¡Al menos Dios sí tiene el don para hacer crecer las plantas! Estamos en las mejores manos.
Querida hermana, deseo que hoy tu prioridad sea crecer y que estés dispuesta a someterte al proceso de limpieza que Dios quiere hacer en tu vida. Sé que duele al principio, pero los resultados serán asombrosos y permanetes