Y renueva un espíritu fiel dentro de mí…
Metido en medio del salmo de arrepentimiento de David (Sal. 51), le escuchamos pedir a Dios que le renueve un espíritu fiel, un espíritu recto, sostenido por un espíritu de poder.
Renovar significa hacer nuevo. No es algo nuevo, sino algo que vuelve a lo que era antes o hasta mejor que antes.
Podemos restaurar una silla vieja. Renovamos su propósito y recordamos su función.
David pidió a Dios lo mismo. Renueva mi propósito. Ayúdame a recordar mi función. Restaura mi espíritu y…
Devuélveme el gozo de la salvación…
Había perdido la vista del gozo de su salvación cuando miró a otras cosas como la fuente de la felicidad.
A través del ejemplo de David y su oración en el salmo, vemos la relación entre el arrepentimiento y la renovación. No podemos apreciar lo nuevo sin primero descartar lo viejo.
En tu anhelo de ser renovada hoy, ¿qué necesitas primero descartar? ¿rechazar? ¿arrepentirte?
Con las misericordias de Dios que son nuevas todas las mañanas, Su fidelidad que sigue por todas las generaciones, podemos comenzar de nuevo hoy: renovadas y restauradas, liberadas por la verdad.