Escrito por Kara Benson, voluntaria del Ministerio Hermana Rosa de Hierro en Little Rock, AR.
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” – Efesios 5:15-16
Siempre hay mucho que podemos hacer. Para aprovechar bien el tiempo, ¿en qué podemos trabajar?
Nuestro desarrollo espiritual.
Más tiempo para estudiar y memorizar la Palabra de Dios es una bendición. Debemos anhelar leer y escuchar la escritura. La palabra de Dios es “una lámpara a mis pies y una luz en mi sendero” (Sal. 119:105). La palabra de Dios “permanece para siempre;” es la única cosa que permanece (Is. 40:8). En Mateo 4:4, Jesús dice, “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Como cristianos, debemos vivir de la Palabra. Salmo 1:2 enseña que dichoso es el hombre que “en la ley del Señor se deleita, y medita en ella día y noche.” ¿Creemos que seremos bendecidos por meditar en la Palabra? ¿Podemos decir que nos deleitamos en la Biblia? Pasemos más tiempo en la Palabra hasta que la deseemos de corazón.
Nuestra familia.
Salmo 133:1 dice, “¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” ¿Podemos decir esto de nuestra familia o hay disputas con frecuencia? Tiempo en casa es una oportunidad para mejorar la comunicación. Si hay problemas, no podemos escondernos fácilmente. Por ejemplo, mi esposo y yo estamos mejorando nuestra comunicación. Recientemente, escuchamos un sermón de “Cómo hablar con amor.” Después de cada punto, hicimos una pausa en el video para disculparnos y hablar de cómo podemos cambiar nuestra manera de hablar en el futuro. Debemos buscar oportunidades para animar a nuestros familiares. Debemos edificar a nuestros esposos, no sólo quejarnos de sus acciones. Debemos enseñar habilidades prácticas a nuestros hijos, corregir malos hábitos y mostrar interés no solamente en lo que hacen, pero en lo que sienten y en lo que piensan también.
Nuestra iglesia.
“Anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado” (Heb. 3:13). Escribir cartas, enviar mensajes de texto, y llamar por teléfono son buenas maneras de animar a nuestras hermanas en Cristo. Es bueno que escuchemos sus angustias y temores, pero después de un rato, dirijamos la conversación a las bendiciones de Dios, la gratitud y la paz. Necesitamos recordar a nuestras hermanas la paz que tenemos en Jesús. Cada persona necesita recordatorios de la verdad que sabemos; siempre son útiles, porque podemos ser olvidadizas en medio de la vida. Además, podemos hacer una comida y dejarla en la puerta de la casa o hacer las compras para una anciana, si es posible. Me gustaría compartir algo que una hermana me envió recientemente: “Pensemos en Pablo. Pasó mucho de su ministerio en cuarentena, es decir en cárcel o arresto domiciliario. Pero, en su correspondencia con los hermanos en Cristo, escribió casi la mitad del Nuevo Testamento. El evangelio nunca está completamente contenido.”
Nuestra comunidad.
“Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo, aprovechando al máximo cada momento oportuno. Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno” (Col. 4:5-6).
Jesús dijo a sus discípulos, “¡Abran los ojos y miren los campos sembrados! Ya la cosecha está madura,” y “la cosecha es abundante, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo” (Jn. 4:35 y Mt. 9:37-38).
Sonreír a los desconocidos, charlar con la cajera en la tienda de comestibles, entablar una conversación con nuestros vecinos, ofrecer ayuda a alguien u orar por sus peticiones… esas ideas son maneras de crear una “apertura” por lo cual podríamos compartir el evangelio. Es bueno que hablemos de la paz que tenemos en Cristo. Si somos cristianas y estamos aterrorizadas, ¿por qué querría una persona convertirse al cristianismo? Es importante que recordemos que no podemos vivir en miedo. Como el primer capítulo de 2 Timoteo dice, “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio… yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Tim. 1:7, 12). En las épocas de incertidumbre, todavía tenemos trabajo para hacer.
No nos enfoquemos tanto en las noticias ni en monitorizar los eventos actuales. Que Dios nos ayude a enfocarnos mucho más en Su Palabra y en cómo Él está trabajando. Que Dios nos dé la perspectiva para ver con claridad cómo debemos comportarnos y cómo podemos mejorar nuestro desarrollo espiritual y ayudar a nuestras familias, nuestras congregaciones de la iglesia, y nuestras comunidades. Que aprovechemos bien el tiempo y que sintamos la paz divina que sobrepasa todo.