La sabiduría combina el conocimiento, la experiencia y la acción. Dios habló por los profetas para impartir Su sabiduría y enseñanza (Heb. 1:1-2), pero los israelitas, y especialmente los maestros de la ley, se alejaron de Dios y del espíritu que Dios tenía al instruirles. Deberían de adorar a Jehová, el único y verdadero Dios, y enseñar a sus hijos sobre todo lo que Dios les había hecho: Ama a Dios y ama a otros. Pero aún cuando se lo enseñaba, era más como una lista de reglas y no con el enfoque correcto.
Cuando Jesús vino a la tierra, Dios hecho carne, personificó la sabiduría de Dios, no sólo al traer a todos de vuelta a la verdad, más también vivía en sabiduría como ejemplo diario. Cristo nos recuerda que se trata de quien somos y de lo que hacemos, hablamos, pensamos o enseñamos.
Tal como Pablo lo expresa…
pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. Pero gracias a él ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría —es decir, nuestra justificación, santificación y redención— (1 Cor. 1:24, 30).